ECP y fenomenología, Vol. 1, Nº 1, pp. 31-37, ISSN: 2452-5383 (en línea)
ECP y fenomenología, Vol. 1, Nº 1, pp. 31-37, ISSN: 2452-5383 (en línea)
RESUMEN
Este artículo tiene como objetivo demostrar las aproximaciones existentes entre los pares de conceptos de no-dirección y comprensión empática; epoché y reducción fenomenológica. Son frecuentes las asociaciones entre la fenomenología y el Enfoque Centrado en la Persona (ECP), pero se ha hecho necesario verificar, por medio de una revisión bibliográfica, si los conceptos colocados por Carl Rogers y Edmund Husserl realmente poseen similitudes. La epoché y la no-dirección son posturas de suspensión de juicios que el investigador fenomenológico y el terapeuta rogeriano, respectivamente, deben presentar cuando están frente a un fenómeno. La comprensión empática y la reducción fenomenológica son actitudes señaladas por Rogers y Husserl como aquellas que permiten acceder a las esencias de los fenómenos y a los sentidos de los contenidos expresados. Puede concluirse que, aunque fortuita y no intencionalmente, los referidos conceptos clave para el ECP y para la Fenomenología se articulan de manera correspondiente, y, luego, tienen semejanzas y aproximaciones.
Palabras clave: Enfoque Centrado en La Persona (ECP); Fenomenología; Fenómeno; Postura; Actitud.
ABSTRACT
This article aims to demonstrate the approximations between the pairs of concepts of non-directivity and empathic understanding, and epoché and phenomenological reduction. The associations made between phenomenology and the Person-Centered Approach (PCA) are common, but it has become necessary to verify, through a bibliographical revision, whether these concepts by Carl Rogers and Edmund Husserl really have similarities. epoché and non-directivity are judgment suspension postures, which the phenomenological researcher and the Rogerian therapist, respectively, must present when faced with a phenomenon. empathic understanding and phenomenological reduction are attitudes signalized by Rogers and Husserl as those which allow access to the essences of phenomena and the meanings of expressed content. It was concluded, although random and unintendedly, that the key concepts in PCA and phenomenology referred to are correspondingly articulated, and, therefore, have similarities and approximations.
Keywords: Person-Centered Approach (PCA); Phenomenology; Phenomenon; Posture, Attitude.
INTRODUCCIÓN
El Enfoque Centrado en la Persona (ACP) es una teoría de la psicología representativa de la perspectiva humanista que fue creada por el estadounidense Carl Ransom Rogers. La confianza teórica en el potencial positivo de la persona y en la capacidad de ella para avanzar hacia su maduración le hizo desarrollar una de las ideas centrales de su pensamiento: la tendencia actualizante. Basándose en esta concepción, Rogers cree que el terapeuta de este enfoque no necesitaría dirigir el proceso de su cliente, ya que él mismo sería capaz de entenderse a sí mismo a través de ciertas condiciones facilitadoras.
A partir de esta idea, surgió uno de los principales postulados de la teoría, y ese será uno de los enfoques de esta investigación: la no directividad. Este nombre sobre la postura del terapeuta generó algunas controversias en la vida profesional de Rogers por la falta de parámetros que el enfoque parecía presentar (Rogers & Kinget, 1975). Sin embargo, al especificar que el concepto se refería a la ausencia de directivas, quedó claro que el terapeuta del enfoque en cuestión tenía una clara orientación del proceso y del trabajo terapéutico.
Las condiciones facilitadoras son posturas necesarias y suficientes para que el proceso terapéutico posibilite un entorno favorable para el desarrollo de la persona. Ellas son, según el propio Rogers (1975): la comprensión empática, aceptación positiva incondicional y la congruencia. La condición a discutir, por ahora, es la comprensión empática, ya que el matemático y filósofo Edmund Husserl, creador de fenomenología, propuso algo análogo, y que puede ser confrontado como una postura equivalente: creó un método, llamado reducción fenomenológica, con el fin de que las esencias de los fenómenos pudieran ser accedidas y comprendidas (Ales Belo, 2004, 2006). Además, propuso que el investigador hiciera epoché o "suspensión de juicios", con el objetivo del análisis puro e integro de los fenómenos, que análogamente se refiere al concepto antes mencionado de no-directividad rogeriano.
Hay un movimiento de investigadores del ECP contemporáneos que probablemente relacionen estos dos enfoques y comúnmente dicen que el primero es una teoría fenomenológica. Sin embargo, la escasez de estudios que pueden proporcionar sustento a tal afirmación categórica hace que la situación sea delicada. Castelo Branco y Cirino (2017) no encontraron ninguna mención de Rogers a Husserl, concluyendo que el autor del ECP no se basó en las ideas del matemático para construir las suyas.
Se pretende, en este artículo, discutir si estos conceptos tienen aproximaciones y similitudes, incluso de forma accidental. En general, el camino para este trabajo pasa por una contextualización del surgimiento del ECP y brevemente la vida de Rogers. Luego, la idea es presentar la no directividad y la comprensión empática, con el fin de proporcionar bases para correlacionarlas posteriormente con otros supuestos.
En un segundo momento, se abordarán los pilares de la teoría fenomenológica y el desarrollo de las ideas de Husserl. El epoché y la reducción fenomenológica fueron los conceptos más abordados, según el objetivo de la investigación. Por último, el análisis detallado de las particularidades de cada concepto favorecerá el encuentro con las posibles afinidades entre ellos.
CARL ROGERS Y EL ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA
Carl Rogers fue el precursor de una de las perspectivas más relevantes en la escena de la psicología mundial: el enfoque centrado en la persona. Es un enfoque psicológico que valora y cree que la persona tiene posibilidades inherentes para desarrollarse y entenderse a sí misma (E. N. Bezerra & M. E. S. Bezerra, 2012; Boainain, 1998; Campos, 2006).
Haciendo hincapié en una mirada que valoró el potencial humano y la libertad individual, Rogers se destacó por su visión de ser humano y por la confianza en las habilidades de cada persona. Esta concepción finalmente tomó cierta centralidad, siendo esencial en el desarrollo del concepto de "tendencia actualizante" (Boainain, 1994, 1998).
Según Carl Rogers (1961), esta tendencia se evidenciaba en la actitud de la persona de identificar y entender las experiencias que le causan dolor y sufrimiento y, concomitantemente, en la reestructuración de su personalidad a través de la búsqueda de formas más maduras de vivir (Rogers & Kinget, 1975; Moreira, 2010). Tal creencia hizo que Rogers sufriera críticas de otros psicólogos en el momento del desarrollo de la teoría. Sin embargo, fue fundamental para el desarrollo de la idea de las "condiciones facilitadoras" (Rogers & Kinget, 1975).
Las condiciones o actitudes facilitadoras se desarrollaron en la fase reflexiva de su pensamiento, precisamente entre 1950 y 1957, en el contexto en que se encontraba en la Universidad de Chicago (Moreira, 2010). Consisten en posturas básicas y suficientes que el terapeuta rogeriano necesita desarrollar para ofrecer al otro un ambiente desprovisto de amenazas, juicios y preconcepciones. Son: empatía, consideración positiva e incondicional y congruencia.
La consideración positiva e incondicional se refiere a la apertura, por parte del terapeuta, a las experiencias del cliente, poniendo en suspensión sus juicios y prejuicios. Como dice Rogers (1975), consiste en una aceptación y aprecio, en la que "el individuo es apreciado como persona e independientemente de los criterios que podrían aplicarse a los diversos elementos de su comportamiento" (pág. 175).
La congruencia, también llamada autenticidad, se relaciona con la idea de que el terapeuta debe mostrarse como persona al cliente, sin fachadas ni máscaras. En relación con esta actitud, el terapeuta valora no esconderse detrás de su papel, y permite no suspender las emociones y sentimientos que eventualmente surgen en contacto con el cliente, si esto va a contribuir, de alguna manera, a la relación terapéutica. Se trata de un acuerdo con la propia experiencia (Gobbi & Missel, 2002; Rogers, 1977).
Sin embargo, el cliente se da cuenta cuando estas actitudes no son genuinas y cuando no están completamente expresadas. Si el terapeuta utiliza la simulación o intenta actuar, producirá resistencia y defensas. La terapia ya no sería un lugar de encuentro con el sí mismo.
También hay una última actitud, que es la empatía, que se discutirá con más detalle a continuación, porque es el foco de este trabajo.
EL DESARROLLO DEL CONCEPTO EMPATÍA EN ROGERS
Antes de llamarse a sí mismo un psicólogo humanista, y antes de la creación del Enfoque Centrado en la Persona, Carl Rogers construyó su método de trabajo clínico a partir de diversas influencias, entre las que destaca Otto Rank, que puede ser considerado un psicoanalista no ortodoxo. El contacto de Rogers con Rank fue esencial (Albertoni, 2011). Este se molestó con el psicoanálisis, en un momento dado de su vida profesional, porque pensó que se concentraba exacerbadamente en el inconsciente del paciente y no rescataba lo que estaba pasando en el aquí y ahora (Branco et al., 2016b).
Por lo tanto, es posible percibir la inclinación de Rogers hacia un enfoque más comprensivo y focalizado en el presente, distanciandose de un modelo más interpretativo, es decir, una metodología de trabajo clínico que va más allá de las concepciones teóricas o personales de la terapeuta en el contenido expresado por el cliente. Lo que efectivamente afloró en sus concepciones clínicas, fue una forma de ser más empática, que dirigía la mirada al "aquí" y "ahora".
Además, según Fontgalland y Moreira (2012), en el trabajo El tratamiento clínico del niño problema, la empatía ya aparece como algo fundamental para Rogers en lo que él llamó "tratamiento interpretativo" (Fontgalland & Moreira, 2012, p. 36). En este momento, la posición de Rogers sobre la importancia de la atención a los sentimientos y emociones presentadas por el cliente ya es evidente. Además de lo que se muestra en este enfoque, señala que es necesario comunicar lo que es percibido por el terapeuta en ese momento.
Es posible identificar que Rogers valoraba la atención al momento presente. El cliente, cuando se escucha en sus asuntos, independientemente de cuáles son, se siente respetado y, en consecuencia, puede mejorar su proceso de desarrollo personal.
En la fase de psicoterapia no directiva, ubicada entre 1940 y 1950 (Moreira, 2010), Rogers destaca la importancia de mantener una posición apoyando el contacto con el cliente. Esto, sin embargo, no significa abandonarlo, sino presentarse más concentrado para que su flujo experiencial no se interrumpa.
En la fase reflexiva, mencionada anteriormente, es posible observar el desarrollo del concepto de respuesta empática o comprensión empática (Fontgalland & Moreira, 2012). En este momento, la palabra empatía está presente en la teoría. Lo que se observa es que Rogers enseña cómo comunicar una postura empática al cliente, porque no sólo es necesaria esta cualidad de escucha, sino la expresión de la percepción. Así, en su obra Psicoterapia Centrada en el Cliente (1951), Rogers toma como referencia del trabajo terapéutico el propio mundo de la persona, es decir, sus experiencias vivenciadas.
En la fase experiencial, entre 1957-1970, Rogers sostiene como punto central la relación entre el terapeuta y el cliente. El terapeuta comunica al cliente los sentimientos y emociones que él percibe y experimenta. Así, la relación deja de centrarse en la persona y se convierte en bicentrada (Fontgalland & Moreira, 2012; Moreira, 2010).
Por lo tanto, se ve que hay dos momentos para Rogers cuando se habla de comprensión empática. El primero se refiere a la condición necesaria de empatizar con el cliente, es decir, sumergirse en el mundo de la persona teniendo como referencia el "como si" (Fontgalland & Moreira, 2012; Rogers, 1951; Rogers & Kinget, 1975). El "como si" se refiere a la actitud de entender el mundo del otro a su manera. Es una inmersión en su mundo y un regreso al propio espacio interno, porque es necesaria una separación entre el terapeuta y el cliente: "En el caso de la empatía, es la subjetividad de los demás, en este caso, el cliente [,] que se trata. Por lo tanto, el terapeuta participa en lo más íntimo posible de la experiencia del cliente, permaneciendo independiente emocionalmente " (Rogers & Kinget, 1975, p. 106).
En vista de esta forma de trabajo propuesta por Rogers, se pretende que accediendo al mundo mismo y sabiendo diferenciarlo del de su cliente, el terapeuta pueda ponerlo en suspensión para descifrar más claramente lo que es del otro, no el suyo.
El segundo momento es la comunicación de esta percepción por parte del terapeuta, involucrando tanto los contenidos conscientes como los inconscientes para el cliente. Es un modo específico de comunicación, una traducción del mundo del otro, para que pueda conectarse consigo mismo. Esta actividad del terapeuta fue llamada por Rogers "respuesta de reflejo" (Rogers & Kinget, 1975, pág. 55):
El término "comprensión" se toma aquí en su sentido esencialmente cognitivo, refiriéndose a la apreciación del significado de las palabras u otros medios de expresión empleados por el cliente. La literatura psicoterapéutica a menudo emplea el término "comprensión" para indicar una actitud esencialmente afectiva, amistosa y acogedora, similar a la definida aquí bajo la noción de calidez. (Rogers, 1975, p. 123)
En este pasaje, es evidente que “comprensión", para Rogers, también está relacionado con un acto intelectual, y no sólo con una postura. Se puede inferir, entonces, una diferenciación básica entre la empatía (calidez) y la comprensión empática (intervención). Otro aspecto importante de destacar sobre su perspectiva de comprensión es la búsqueda del significado de los contenidos presentados por el cliente: lo crucial es prestar atención al significado de lo que se dice. Aprender a nombrar experiencias y darles juicio son dos objetivos principales de la terapia rogeriana. El psicólogo facilita este proceso para su cliente, en la medida en que expresa su deseo de ser ayudado.
LA NO-DIRECCIÓN
La práctica del terapeuta rogeriano puede ser vista como no directiva. El hecho de que prescinda de las directivas es demasiado angustioso para los psicólogos principiantes de ahora (tanto como lo fue para los de la época de Rogers), ya que incurren en temores de que las intervenciones suenen simples, superficiales e insuficientes. Pero el autor fue categórico al afirmar que: "Por insignificante y repetitivo que pueda parecer esta forma de responder. . . ella representa los medios por excelencia para facilitar la conciencia autónoma de la experiencia vivida" (Rogers & Kinget, 1975, p. 56). En otras palabras, el cliente necesita seguir el flujo de la elaboración de sus propias experiencias de forma independiente, disfrutando únicamente de la facilitación del terapeuta.
Como se presentó, el contexto de la creación de ECP se produjo en medio del escenario de la década de 1960, dominado por visiones teóricas como el psicoanálisis y el conductismo. Rogers tuvo una visión del ser humano divergente de estas teorías, lo que le hizo no identificarse con el método de trabajo clínico de los profesionales en estos aspectos, que culminó con el desarrollo de una forma adecuada de acción, distanciado de todos los ya existentes.
A partir de la grabación de sus atenciones y análisis posteriores, Rogers y su equipo se dieron cuenta de que la característica fundamental y diferencial de la postura del psicólogo del ECP hacia el cliente era la ausencia de preguntas, interpretaciones y consejos, es decir, el poder de la realización de la consulta no era del psicólogo, sino más bien del cliente. Así, y, por lo tanto,
inicialmente, se nombró este enfoque como no-directivo (Rogers & Kinget, 1975).
Sin embargo, este nombre molestó a Rogers y fue criticado por sus compañeros psicólogos. Algunos dijeron que la forma no directiva del profesional proporcionaría un ambiente muy "flojo", sin límites, casi negligente con el proceso psicoterapéutico. Sin embargo, esta forma de ser no directiva, empleada por el autor, corresponde a su confianza en la capacidad inherente de cada individuo para guiar su propio proceso de autoconocimiento – la tendencia actualizante (Holanda, 2009).
La idea de la no-dirección se basa en la condición que el terapeuta consiga funcionar, como señalan Rogers & Kinget (1975), a partir de la "abstención de juicios de valor" (pág. 35). Cuando el autor concibe esta idea como parte central del enfoque, se refiere a la suspensión de juicios y sentencias desde un punto de vista personal del terapeuta. No le corresponde a él dar cualidades morales, positivas o negativas en relación con lo que está siendo presentado por el cliente. Si esto ocurre, el proceso tiende a ser amenazante, ya que el terapeuta estaría contaminando el contenido con sus propios criterios personales. Cuando se produce esta mezcla o contaminación, ya no es posible disociar cuáles son las experiencias del terapeuta y las que son propias del cliente.
No hay manera de separar la idea de la no dirección del concepto de comprensión empática. La escucha empática sólo es posible cuando el terapeuta se convierte en un apoyo al proceso de su cliente y le permite convertirse en un protagonista, es decir, cuando no dirige su proceso. Cuando el terapeuta está disponible para escuchar al otro, suspendiendo sus concepciones y valores personales, se convierte en capaz de entrar en el mundo del cliente y dejar que lo incierto aparezca.
Llegar a ser no-directivo es lidiar con lo inesperado. No se sabe qué presentará la persona que pide ayuda. Ser no-directivo es renunciar a una posición de control sobre la vida del otro.
HUSSERL Y EL PSICOLOGISMO
Edmund Husserl, a su vez, desarrolló una concepción diferente de todas las anteriores, respecto a la dinámica de los procesos de conciencia y conocimiento, en medio de un contexto dominado por la perspectiva positivista.
Las ideas del filósofo tuvieron la influencia fundamental de un pensador, el matemático Brentano, que fue responsable de despertar la pasión del primero por la filosofía con sus seminarios. Temas como la psicología, la ética y la filosofía contribuyeron a un contacto entre ellos, lo que desencadenó una profunda amistad. Pero a pesar de la gran admiración del estudiante por el maestro, la relación de los dos era ambigua. Desde Brentano, Husserl heredó la idea de intencionalidad y análisis descriptivos, pero efectivamente logró otras intenciones y umbrales: "Husserl finalmente había logrado la comprensión de lo que Brentano buscaba: una psicología de los fenómenos de la conciencia (experiencias intencionales) de las que no se tenía noción del verdadero significado, ni del método que debía utilizar para su realización" (Farber, 1940, p. 239).
Según Farber (1940) y Goto (2008), Husserl criticó la psicología de Brentano por pensar que había restringido los fenómenos del conocimiento a la esfera psíquica, sin tener en cuenta la relación del hombre con el mundo objetivo, exterior.
Uno de los principales desencadenantes de los estudios iniciales de Husserl, si no el único, fue la intención de combatir el psicologismo presente en ese momento. Este concepto significa que cada situación o alcance del conocimiento, se limita a las explicaciones psicológicas o pertenece al corazón de la psicología (Ewald, 2008). Como afirma Peres (2017): "el término psicologismo designa la reducción de algo que no es psicológico a algo psicológico" (Peres, 2017, p. 69).
Goto (2008) señala que, para los psicólogos de la época, todas las áreas de conocimiento relacionadas con los procesos psíquicos estarían en el ámbito de la psicología. Husserl trató de estudiar, bajo la mirada de la psicología, cómo se podían entender los procesos de operaciones lógicas. Sin embargo, encontró problemas. La psicología se basaba en el empirismo, los estudios de hechos y los procesos de operaciones lógicas, la abstracción. No sería posible buscar la comprensión de un proceso puramente psíquico, como las operaciones lógicas, a través del conocimiento sobre los hechos. Por lo tanto, Husserl pretendía desarrollar una filosofía que se hiciera disponible para entender todos los procesos del conocimiento, ya fueran vinculados a la filosofía, las matemáticas o la psicología. Esta filosofía podría considerarse como una ciencia primaria.
LA FENOMENOLOGÍA Y SUS PRINCIPALES CONCEPTOS
La fenomenología va en la dirección opuesta de las metodologías científicas recomendadas en la época de Husserl. La interpretación de un contexto, la mirada preconcebida y la disociación del investigador y el objeto estudiado son modelos en los que la fenomenología no encaja; todo lo contrario, está en la dirección opuesta a ellos.
Husserl tenía como objetivo romper con el paradigma de las ciencias naturales cuando trató de estudiar fenómenos. A diferencia del positivismo, lo que le interesaba no era la realidad objetiva, sino lo que estaba entrelazado con ella. La idea de explicar los acontecimientos causales no depende de la fenomenología, sino de la comprensión de estos fenómenos a través de su descripción (Martins, Boemer y Ferraz; 1990).
Por lo tanto, la fenomenología es una filosofía que tiene como objetivo entender las cosas tal como son. Es el intento de volver "a las cosas mismas", contemplando los fenómenos en su integridad e interacción, eximiéndolos de interpretaciones y concepciones propias del observador, una filosofía que contenga una metodología de proceso. Sin embargo, no puede reducirse a su especificidad metodológica, porque seguramente ella tiene, también, una visión de mundo (Holanda, 1997).
Si tenemos que volver a las cosas mismas y entender los fenómenos desde su origen, entonces estamos hablando de esencia. Cada fenómeno tiene lo que le es propio, es decir, su especificidad, lo que permite identificarlo tal como es. Alles Belo (2004) afirma que Husserl creía en la posibilidad de acceder a la esencia de los fenómenos a través de la resonancia que provocan en nosotros, es decir, desde el sentido. Martins y otros (1990) afirman que el tema gira en torno a la "búsqueda de la esencia, a lo invariante del fenómeno, porque, si es cierto que el fenómeno se entrega al sujeto que lo interroga a través de los sentidos, se entrega como dotado de un significado" (Martins Martins, Boemer & Ferraz, 1990, p. 141).
Aun así, sí es posible acceder a estos fenómenos desde el significado captado por nosotros, entonces, existe una conciencia que realiza este movimiento de acceso. Por lo tanto, es necesario entender cómo este acceso a los objetos presentes en el mundo se hace posible. Esta es realmente la noción de conciencia intencional.
Husserl creía que la conciencia no es un receptáculo que alberga las experiencias de estar con el mundo, sino más bien un movimiento hacia el objeto. La conciencia entra en el mundo, destinada a algo. Dartigues (1997) dice que la conciencia no existe sin un objeto, porque siempre es consciente de algo. El objeto existe en la realidad, pero si hemos hablado de su existencia, es porque ya ha sido notado por nosotros. En ese momento, el objeto es siempre para una conciencia, y la conciencia es siempre consciencia sobre algo, ". . . su esencia es siempre el término de un significado específico [,] y . . . sin este propósito no se podía hablar de objeto, ni, por lo tanto, de una esencia de un objeto" (Dartigues, 1997, p. 10).
En general, esta forma de comprensión cumple con la definición misma de "fenómeno", porque esto es todo lo que se muestra para una conciencia. Sin embargo, el objeto siempre será un objeto-para-una-conciencia, y la conciencia siempre será para-un-objeto. No es posible concebir el fenómeno disociando estos dos elementos, porque el fenómeno consiste en la interacción y relación de ambos (Martins, Boemer, & Ferraz, 1990).
Según Ales Bello (2004), el concepto de conciencia intencional se refiere al acto de percibir. Las cosas existen fuera de nosotros, pero sólo se convierte en experiencias desde el momento en que las percibimos, a través del tacto, la mirada y otros sentidos. Las cosas existen para nosotros sólo mientras son percibidas; sin embargo, esto no significa negar su existencia fáctica.
EL EPOCHÉ
Husserl sintió la necesidad de apegarse a la esencia del objeto, lo que es más sustancial. Para que esto sea posible desarrolló un método para alcanzar la especificidad del fenómeno, llamado reducción fenomenológica. Para entender este concepto, es necesario pasar por otro: epoché o actitud fenomenológica.
Husserl adoptó ese nombre oponiéndose a lo que llamó una actitud natural. Según Dartigues (1997), este tipo de posicionamiento hacia el mundo es característico de los positivistas y de la gente común, que se ocupan de los hechos por sí mismos y no tratan de entenderlos en su totalidad.
La actitud fenomenológica, o epoché fenomenológico, según Ales Bello (2004, 2006), tiene como objetivo colocar al mundo "entre paréntesis", suspendiendo los juicios sobre la comprensión de un fenómeno, que permite que la conciencia permanezca en su pureza, e intencionalidad.
Lo que le interesaba al matemático a lo largo del desarrollo de su filosofía era encontrar el sentido de las cosas. Dartigues (1997) afirma que: "El mundo no es más que lo que es para la conciencia. El mundo, en actitud fenomenológica, no es una existencia, sino un fenómeno simple" (Dartigues, 1997, p. 10).
EL MÉTODO DE LA REDUCCIÓN FENOMENOLÓGICA
Si el significado atribuido al objeto es dado por la persona, entonces significa que hay un cruce, una contaminación por parte de aquello que se sobrepone a la factualidad del objeto. Es necesario que se entienda la esencia subyacente a este objeto, para que pueda ser identificado en su claridad y pureza, exento de juicios y prejuicios por parte de quienes lo han alcanzado.
El primer paso de la reducción es el cambio de actitud natural a una actitud fenomenológica, conceptos ya revisados en este texto. El investigador fenomenológico necesita tener una actitud de apertura a lo nuevo, como Andrade y Holanda (2010) dijeron: "En esta perspectiva, el investigador fenomenológico se pone en una posición orientada al descubrimiento, es decir, está abierto a cualquier tipo de contenido o tema que surgirá en su investigación" (Andrade & Holland, 2010, p. 262).
Ales Bello (2006) señala que Husserl desarrolló dos momentos de reducción fenomenológica. El primero se refiere a la reducción trascendental, en la que se trata de volver al punto de partida, es decir, a la conciencia, a la intencionalidad. La segunda se llama reducción eidética, que se apega a la búsqueda de la esencia de los fenómenos, como dice Goto (2014): "La reducción que clarifica la captura de la esencia de los fenómenos y la constitución de los sentidos del mundo (mundo fenoménico) Husserl la denominó reducción eidética, es decir, la reducción a esencias" (p. 69).
LA PSICOLOGÍA Y LA FENOMENOLOGÍA
Los autores de enfoques humanistas y existenciales siempre están revisando las discusiones sobre las aproximaciones entre la psicología y la fenomenología. De las enseñanzas de Husserl y sus discípulos, Edith Stein, Angela
Ales Bello, Giorgi Amedeo, entre otros, surgió la necesidad de transportar el método para su aplicación a la práctica de la psicología clínica.
Al final de su trabajo y antes de su muerte en 1938, Husserl esbozó la idea de desarrollar la psicología fenomenológica. Dejó muy claro que la fenomenología no tenía la intención de ser una psicología, ya que era una ciencia a priori. Sin embargo, propuso la relación entre estos conocimientos (Goto, 2008).
Según Goto (2007), Husserl afirmó vehementemente la eficacia de la fenomenología para entender los problemas relacionados con la subjetividad humana, porque creía que la psicología no había sido capaz de responder a ellos. Criticó el hecho de que la psicología estaba corrompida por la ciencia y, en consecuencia, el estudio del funcionamiento psíquico. Creía que la teoría desarrollada por él, volvería, de hecho, al primer momento de los procesos del conocimiento humano, a su momento original, es decir, a la intencionalidad (Goto, 2008).
A través de las declaraciones de Husserl y los conceptos concebidos por el autor, es posible identificar la fenomenología como una perspectiva "antiteórica", porque el propio movimiento de volver a las mismas cosas, es decir, encontrar la pureza originada por la intencionalidad, requiere que no haya teorías preconcebidas, como señala Goto (2008):
Partiendo desde el punto de vista de la fenomenología, para desarrollar una psicología pura es esencial que excluyamos cualquier relación psicofísica (hechos), porque sólo entonces podemos llegar a lo esencial de lo psíquico (eidos). Para describir al puramente psíquico (a priori psíquico) tenemos que llegar directamente a su naturaleza, excluyendo cualquier interés en la naturaleza fáctica y moviéndose hacia su pureza, a su a priori. (Goto, 2008, p. 173)
La importancia de tener el epoché como referencia fundamental para realizar la reducción fenomenológica orienta al psicólogo para que pueda entender la primera conciencia del fenómeno, impidiendo que el primero se atasque a los contenidos, pudiendo así recurrir a sus sentidos.
Amatuzzi (2009) clasificó, en su investigación, el paso a paso para llevar a cabo investigaciones fenomenológicas. El primero es encontrar el objeto o campo experiencial deseado. El segundo se refiere a conocer el entorno en el que se encuentra el objeto deseado. En esta etapa, es necesario que el investigador delimite la forma en que se acercará al entrevistado y cómo catalogará los contenidos recogidos de la experiencia presentada. El tercero, a su vez, consiste en un momento solitario del investigador, para reflexionar sobre sus percepciones generales sobre los materiales recogidos. No es para decir acerca de lo que pensaba del texto, sino más bien de lo que, en el texto, esta "brillando" para él. El cuarto paso tiene como objetivo encontrar un terreno común en las experiencias de los relatos de los entrevistados, y el quinto, es la recopilación de estas experiencias equivalentes en un texto que contiene una síntesis de los ejes estructurales encontrados. El penúltimo paso es la finalización del proceso, es decir, una comprensión profunda del fenómeno presentado, acercándose a la esencia. El séptimo y último paso, es la presentación de los resultados encontrados.
Andrade y Holanda (2010) se centran en el método de investigación fenomenológica concebido por Amedeo Giorgi y afirman que en psicología "ha sido considerado un importante representante del método fenomenológico" (Andrade & Netherlands, 2010, p. 266). A diferencia de Amatuzzi, el autor Giorgi describe el paso en cuatro etapas.
Inicialmente, es necesario utilizar la lectura de los testimonios y materiales recogidos y extraer una percepción general del texto. Una vez hecho esto, el investigador debe dividir el texto en unidades de significado encontradas. A continuación, comienza para la transformación del texto en lenguaje psicológico, dirigiendo la mirada al foco principal: el fenómeno. Por último, se debe establecer una síntesis de la estructura de las experiencias contenidas en los informes. Se sugiere que este texto final se muestre a otro colega del área, con el objetivo de confirmar lo que se encontró.
Los autores mencionados anteriormente son ejemplos de investigadores que se apropiaron de la metodología de reducción fenomenológica para la investigación cualitativa en psicología.
APROXIMACIONES ENTRE FENOMENOLOGÍA Y PSICOLOGÍA HUMANISTA
Como se ha visto en secciones anteriores, las aproximaciones entre la psicología y la fenomenología son incuestionables. Husserl, por sí mismo, ya ha enumerado estas dos esferas de conocimiento que proponen resoluciones y contribuciones a diversas áreas. En general, la psicología humanista y existencial fueron las perspectivas que más se alinearon con las ideas de la fenomenología. Esto se debe al hecho de que los autores de estos enfoques han sufrido influencias de los pensamientos de Husserl (Branco & Cirino, 2016a; Peres, 2017).
El Enfoque Centrado en la Persona se inserta en la psicología humanista, que hace inevitables las comparaciones y alusiones entre las ideas de Rogers y Husserl. Pero, ¿es posible decir que el ECP puede considerarse un enfoque fenomenológico?
La comunidad centrada en la persona y los llamados post-rogerianos tienden a correlacionar esta perspectiva con la fenomenología de Husserl. Sin embargo, hay pocas producciones académicas que realmente proponen discutir los conceptos de ambos, encontrar los aspectos que se hablan y evaluar si esta correlación es realmente relevante. Sin embargo, se puede decir que sería un error proponer que el Enfoque Centrado en la Persona haya tenido una influencia directa de la fenomenología. Lo que sucedió fue que los enfoques fenomenológicos-existenciales tenían grandes influencias en los aspectos contemporáneos con el ECP (Branco & Cirino, 2017). Otro error sería fusionar ECP con fenomenología sin tener en cuenta que también hay una gran distancia entre ellos, que se remonta a la epistemología de las teorías, siendo que el Enfoque Centrado en la Persona no tiene una visión del ser humano que caracterice el ser del hombre y su experiencia como intencionalidad.
NO DIRECCIÓN Y EPOCHÉ
Rogers creía en un elemento inherente a la existencia del hombre: la tendencia actualizante. Desarrolló gran parte de su teoría basada en esta visión, como el concepto de no dirección. Este postulado sólo es posible ser concebido aliándose a la confianza en el potencial positivo de la persona. Si ella es vista como la dueña de la capacidad de autorregularse y autogestionar su propio desarrollo, entonces no necesita directivas ni orientación, porque el conocimiento no está en el terapeuta, sino en ella (Rogers, 1961; Rudio, 1982).
Ser no directivo es estar abierto para acoger todo el contenido que emerge por parte de alguien. Si el asunto es clínico, la postura de apertura exige una abstención de los propios valores del terapeuta, para que no corrompa el flujo del proceso y no confunda con sus experiencias las del cliente. Como dice Rogers: "la no dirección [sic] se refiere esencialmente a la abstención de los juicios de valor" (Rogers & Kinget, 1975, pág. 35). También señala que los valores a los que se refiere son los de orden cualitativo, pertinentes a la evaluación, al juicio.
Esta forma de llevar a cabo la atención clínica propuesta por Rogers puede ser similar a la postura fenomenológica llamada epoché, propuesta por Husserl, que significa "poner entre paréntesis" (Ales Bello, 2004, p. 83). Para que el fenómeno sea claro y plenamente preciso, es necesario que el observador lo deje aparecer tal como está, sin tergiversarlo ni contaminarlo. Así, según lo informado por Ales Bello (2004; 2006), se pretende encontrar la esencia del fenómeno detrás de los hechos reportados por el cliente, porque lo que importa son los sentidos.
Al igual que los expuesto por autores fenomenólogos, el terapeuta rogeriano no tiene la intención de asumir o hacer hipótesis sobre lo que los clientes están experimentando. Sobre la base de la orientación no directiva, el proceso de ayuda tiene como objetivo proporcionar libertad experiencial para que, al entrar en contacto con el material más sano y verdadero que emerge naturalmente en el proceso, la persona tenga la oportunidad de encontrar tal contenido y entenderse a sí mismo, en consecuencia, avanzando y ayudándose a sí mismo.
Si los sentidos son captados describiendo los hechos, es necesario, entonces, que puedan aparecer de manera transparente, especialmente en el contexto de una relación terapéutica. Para que esto sea posible, y para que el cliente se sienta libre de expresarse, Rogers dijo que era necesario presentar un clima acogedor, con condiciones favorables y, principalmente, libre de directivas. Esto se debe a que, para el Enfoque Centrado en la Persona, "sólo el individuo mismo conoce lo que sus experiencias –cosas, personas y eventos– significan para él. Y nadie más sabrá ese significado a menos que lo manifieste" (Rudio, 1982).
En un momento dado, Rogers se dio cuenta de que el uso de técnicas y herramientas podía impedir que la persona se expresara libremente (Rogers & Kinget, 1975). Entonces, ¿cómo sería posible acceder a las experiencias de la persona y ayudarla a encontrar significado? A partir del foco en esta pregunta, llegó a la conclusión de que esto sólo sería posible a través de una postura carente de interpretaciones, consejos y orientación. La postura no directiva del terapeuta permite al cliente no sentirse amenazado y no requiere el recurso de la resistencia.
La falta de dirección es, ante todo, una actitud frente al cliente. Es una actitud por la cual el terapeuta se niega a imprimir cualquier dirección, en cualquier plano; se rehúsa a pensar que el cliente debe pensar, sentir o actuar de una manera determinada. Definida posteriormente, esta es una actitud por la cual el terapeuta testifica que él tiene confianza en la capacidad de autodirección de su cliente (Pagés, 1976, p. 66).
Para que el psicólogo pueda acceder a las experiencias de quienes asisten y facilitan el proceso de significado, presenta una postura no directiva. La epoché señala una manera para que el surgimiento del fenómeno se permita a través de esta suspensión. Si el cliente y la relación terapéutica son los fenómenos mismos, es decir, el recurso terapéutico en sí de la terapia rogeriana, entonces si tenemos una aproximación existente entre estas dos perspectivas: la suspensión de los juicios y la no dirección apoyan la aparición del fenómeno en su campo.
COMPRENSIÓN EMPÁTICA Y REDUCCIÓN FENOMENOLÓGICA
La propia postura de Rogers, al distanciarse de enfoques interpretativos y demasiado técnicos, apunta a una tendencia fenomenológica. El acuerdo con Otto Rank muestra su inclinación al interés por el fenómeno actual, como señaló White y otros (2016): "Rogers se inspira en Otto Rank para elaborar sus actitudes clínicas menos interpretativas y más comprensivas, centrándose en aspectos emocionales de la relación terapéutica y la atención a su presente inmediato" (Branco et al., 2016, p. 288).
Debido a su no identificación con otras metodologías de procesos clínicos, Rogers desarrolló la comprensión empática, que, además de ser una actitud que el terapeuta debe desarrollar, es también una forma de comunicar su percepción del cliente. Moreira y Torres (2013) y Amatuzzi (2010) señalan que esta noción se refiere a una forma de ser. Es un factor relacional fundamental en la terapia rogeriana, ya que es el modo de acceso al mundo y las experiencias del otro.
Las respuestas reflejo son formas de devolver la percepción del terapeuta a su cliente. Así como Husserl sugirió que la reducción fenomenológica era un camino de acceso a las esencias, Rogers tenía la misma intención de encontrar el significado de las experiencias del cliente utilizando el método comprensivo de respuestas de reflejo, que tienen como objetivo preservar la integridad del fenómeno emergente.
Otro aspecto similar entre ambos es el valor de aquí y ahora, del momento presente, cuando el fenómeno se manifiesta. Mientras Husserl enfatiza el fenómeno que se presenta, Rogers se dedica a hipervalorar la experiencia, entendiendo que es, de hecho, la forma de acceso al mundo fenoménico:
“La experiencia es, para mí, autoridad suprema. Mi propia experiencia es la piedra de toque de toda validez. Ninguna idea de nadie más, ni de ninguna de mis ideas, tiene la autoridad que tiene mi experiencia”. (Rogers, 1961, p. 28)
Husserl fue en contra del psicologismo, el conocimiento impuesto al estudio del objeto, y Rogers fue en contra de las interpretaciones. Esta lectura sugiere un enfoque insospechado. Sin embargo, a pesar de estar cerca, White y Cyrus (2017) reiteran que Rogers no se vio directamente afectado por las ideas de Husserl. Por lo tanto, no se puede decir que el ECP sufriera influencia intencional y directa de las ideas fenomenológicas, después de todo, Rogers no mencionó ni siquiera la existencia de Husserl y no mencionó las ideas de sus discípulos o Heidegger. Sin embargo, este hecho no excluye la hipótesis de que estas perspectivas se alinean en relación a sus metodologías, incluso de manera fortuita.
CONCLUSIÓN
Este artículo se centró en discutir las aproximaciones de los conceptos de no dirección y comprensión empática con conceptos epoché y reducción fenomenológica, con el fin de verificar las relaciones existentes entre el Enfoque Centrado en la Persona y la fenomenología.
Husserl y Rogers presentan un evidente rigor a la hora de preservar el fenómeno que se presenta. El creador del Enfoque Centrado en la Persona demostró, a lo largo del desarrollo de su teoría, lo importante que era respetar el flujo experiencial de su cliente, porque, de esta manera, podía acceder a su mundo y facilitar el proceso de simbolización y significación de sus experiencias.
Para que esta libertad experiencial sea posible, el terapeuta rogeriano necesita adoptar una postura no directiva, suspendiendo sus expectativas e hipótesis sobre su cliente. Rogers creía que, de esta manera, se formaría un clima favorable para el funcionamiento de la tendencia actualizante, y luego, naturalmente habría un cambio de personalidad y el avance del proceso de la persona.
Al igual que Rogers, Husserl propuso que el investigador fenomenólogo "pusiera entre paréntesis" sus juicios, es decir, adoptar epoché, para que pudiera encontrar la esencia de los fenómenos. La necesidad de "volver a las cosas mismas" también se presenta en el contexto clínico de la psicoterapia, y el acceso al mundo del otro sólo es posible cuando él mismo lo expresa.
Siendo necesario volver a los aspectos esenciales de los fenómenos, es decir, ir al encuentro de aquello que poseen de forma más integra. Husserl propuso un camino de posibilidad: reducción fenomenológica. Del mismo modo, Rogers sugirió que la comprensión empática sería la forma más asertiva, auténtica y respetuosa de entrar en el mundo del cliente.
Tanto la reducción fenomenológica como la comprensión empática pueden considerarse herramientas metodológicas con el mismo objetivo: encontrar las esencias de los fenómenos. Incluso si Rogers no lo dijo de esta manera, es evidente la intención del autor de centrarse en el significado de los contenidos expresado por el cliente.
Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que el Enfoque Centrado en la Persona y la fenomenología son teorías que tienen aproximaciones con respecto a su metodología de trabajo. La postura no directiva del terapeuta rogeriano y el epoché son dos conceptos que plantean la misma idea: la suspensión de juicios por parte del observador que está en contacto con el fenómeno. Y por otra parte, la comprensión empática y la reducción fenomenológica son recursos que pertenecen al mismo camino: entender lo que es evidente en las manifestaciones de las experiencias.
Por mucho que este artículo abra discusiones sobre las afinidades entre las dos teorías, y aunque la consonancia entre ellas es patente, sería presuntuoso decir que el Enfoque Centrado en la Persona es una teoría fenomenológica. Si bien es permisible considerar aspectos fenomenológicos, también pueden ser necesarias más investigaciones sobre el tema para hacer otras declaraciones razonables sobre la correlación entre los dos.
Por último, cabe destacar que este intento se basa en la comparación entre actitudes específicas de un psicólogo y un filósofo, de manera que se pueda complementar un camino de diálogo más cercano entre psicólogo y filósofo, es decir, un viaje que podría poner Rogers delante de Giorgi o Keen.
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