Actitudes facilitadoras docente-estudiante, Vol. 2, Nº 1, pp. 107-126, ISSN: 2452-5383 (en línea)
Actitudes facilitadoras docente-estudiante, Vol. 2, Nº 1, pp. 107-126, ISSN: 2452-5383 (en línea)
RESUMEN
Introducción: este artículo tiene como objetivo describir la incidencia de la congruencia, comprensión empática y consideración positiva incondicional desde la relación docente-alumno. Material y Método: el método correspondiente a este estudio es cuantitativo y cualitativo (Mixto); en el caso del primero, se obtuvo la información a partir de un inventario formulado por oraciones que representen las tres actitudes básicas: comprensión empática, interés positivo incondicional y congruencia, en donde los alumnos marcaron la respuesta que consideraron adecuada. En la parte cualitativa los alumnos expresaron sus opiniones en las preguntas abiertas que forman parte del inventario. Resultados y conclusiones: El compromiso se presenta como expresión de esta actitud en ambas partes; Las tres actitudes fundamentales están relacionadas entre sí, cada una abre caminos y posibilidades para enriquecerse como persona y se requiere trabajar en ellas de manera continua y disciplinada. La comprensión empática, la congruencia y la consideración positiva incondicional son parte del ser humano, puede que una esté más desarrollada y clara, usualmente, tiende a ser la empatía, aunque sin la congruencia no se percibe que la conducta empática sea genuina ni que exista un interés positivo real.
Palabras clave: Enfoque Centrado en la Persona, Desarrollo Humano, humanismo, relación docente-alumno, actitudes fundamentales.
ABSTRACT
Introduction: this article aims to describe the incidence of congruence, empathic understanding and unconditional positive regard from the teacher-student relationship. Material and Method: the method corresponding to this study is quantitative and qualitative (Mixed); In the case of the first, the information was obtained from an inventory formulated by sentences that represent the three basic attitudes: empathic understanding, unconditional positive interest and congruence, where the students marked the answer, they considered appropriate. In the qualitative part, the students expressed their opinions in the open questions that are part of the inventory. Results and conclusions: The commitment is presented as an expression of this attitude in both parts; The three fundamental attitudes are related to each other; each one opens paths and possibilities to enrich oneself as a person and it is necessary to work on them in a continuous and disciplined way. Empathic understanding, congruence and unconditional positive regard are part of the human being, one may be more developed and clearer, usually, it tends to be empathy, although without congruence it is not perceived that empathic behavior is genuine or that it exists a real positive interest.
Keywords: Person-Centered Approach, Human Development, humanism, teacher-student relationship, fundamental attitudes.
INTRODUCCIÓN
En los procesos de orientación humanista se facilita el aprendizaje significativo por medio de la relación interpersonal entre terapeuta y cliente. Dicha interacción está basada, desde el enfoque centrado en la persona, en tres actitudes básicas: comprensión empática, congruencia y aceptación positiva incondicional.
A partir de la revisión bibliográfica de algunos autores, las actitudes básicas son consideradas importantes para el establecimiento de relaciones interpersonales significativas y también como parte de experiencias educativas, entre ellos Tyler (1972) quien destaca que las actitudes básicas del orientador son producto de un año o más de entrenamiento o bien, de experiencias específicas educativas en el transcurso de su vida.
Las actitudes se manifiestan por sí solas en la conducta del profesor incidiendo en la formación de sus estudiantes, claramente (Rogers, 1978, citado en Migone, 2001, p.11) expresó “que el aprendizaje significativo depende de ciertas actitudes que se revelan en la relación interpersonal entre el facilitador y el alumno”. Estas cualidades, en el promotor del aprendizaje son: la autenticidad, la aceptación y la empatía; por otro lado, Tyler expone que “los docentes como orientadores mediante sus acciones, palabras y expresiones faciales comunican a sus alumnos y alumnas aceptación, comprensión y sinceridad” (1972, p.61).
Las tres actitudes básicas, al igual que en el ámbito educacional se han utilizado y promovido en la psicoterapia, se espera un cambio de conducta por medio de aprender significativamente a través de la interacción. Para (Rogers, 1972) este tipo de aprendizaje señala una diferencia en la conducta del individuo, es un aprendizaje penetrante que no solamente implica una acumulación de información, sino una serie de conocimientos relacionados entre sí de la existencia de la persona. Es cierto que las investigaciones respecto a la relación interpersonal han variado con el paso del tiempo. Esto depende del incremento del interés y de los resultados que se han obtenido a partir de este modelo, pues actualmente, enseñar no implica solamente el trabajo intelectual, sino la formación humana a través de la proximidad del docente hacia sus alumnos y de sus alumnos hacia el docente, demostrando, como parte de la interacción, afectividad; es por ello, que Migone señala que “un profesor propicia mucho más un aprendizaje significativo cuando establece una relación sincera, empática, respetuosa, cálida y comprensiva con los estudiantes que un maestro distante frío y autoritario (2001, p.10).
LAS ACTITUDES FACILITADORAS PROPUESTAS POR CARL ROGERS
Comprensión Empática
La comprensión empática es una de las actitudes fundamentales propuestas por Rogers que generan armonía por la apertura a comprender el mundo interior del otro, mediante el proceder humano de reconocimiento de las capacidades y alcances personales, logrando así una diferenciación personal en donde se pueda proceder y conectar con el otro, mediante la humildad. Esta actitud abarca respuestas con pautas afectivas y cognitivas, Lipps (1903) “crea el constructo de comprensión empática para describir psicológicamente una experiencia estética, a esto le llamo Einfûhlung (del alemán ein-dentro, en y fûhlen –sentir) y fue posteriormente Tichener quien en 1909 lo tradujo al inglés como empathy, concepto cuya raíz griega proviene del pathos como pasión o padecimiento, o por extensión, sentimiento en general” (Rud, 1994, citado por Migone, 2001 p.2). Para Tyler (1976) la empatía se refiere al proceso de experimentar lo mismo que el alumno, en un momento determinado; suele emplearse para estudiar a la aceptación. Con relación a Truax y Carkhuff (1967, citado en Tyler, 1976, p.64) lo nombran: comprensión empática; es decir, la comprensión de los sentimientos al igual que sus facultades de raciocinio, con el corazón lo mismo que con la cabeza y que esta comprensión es limitada. Por otra parte, Rogers (1985, p.45) define la empatía de la siguiente manera:
El estado de empatía o comprensión empática consiste en percibir correctamente el marco de referencia interno de otro con los significados y componentes emocionales que contiene, como si fuera la otra persona, pero sin perder nunca esa condición de “como si” está ausente, nos encontramos ante un caso de identificación.
La empatía es considerada como una condición fundamental y consiste para Rogers (1964) en que el asesor debe experimentar, una compresión precisa y empática del mundo del cliente como si lo viera desde su propio interior. La empatía, condición esencial de la terapia, supone sentir el mundo privado del cliente como si fuera el propio, pero sin perder en ningún momento la cualidad del “como si”. La empatía se caracteriza por el lenguaje, pues la comunicación es clara y asertiva, es comunicarle al otro la comprensión que tenemos de él, al respecto (Rogers, 1966, citado en Gondra, 1981, p.225) señala que “junto al aspecto perceptual de la empatía pone el de su comunicación, cuya esencia la constituye el comunicar esta percepción en un lenguaje que sintonice al cliente”.
La comunicación de esta comprensión siempre ha sido considerada como importante, aunque en algunas ocasiones Rogers no lo haya enfatizado. Para entender mejor este constructo, Migone (2001, p.42) hace una distinción entre capacidad y tendencia empática, a lo que expresa que “una capacidad se refiere a la habilidad de un individuo para conectarse en alguna actividad mental, la habilidad de adoptar la perspectiva de los demás o atender a los propios estados internos de uno mismo. Una tendencia que se refiere a la probabilidad real de adoptar la perspectiva del otro o entender el estado interno”. Por otra parte, Mancillas (1997, citado en Migone, 2001, p.42) “señala que la comprensión empática es el constructo eje (…) de la comunicación en el enfoque centrado en la persona. Es un aspecto complejo dentro de los procesos de interacción entre las personas, que involucran un alto nivel personal de desarrollo humano y de congruencia”.
En la empatía se integra el funcionamiento afectivo y cognitivo de la comprensión del otro, a partir de un mí-mismo que tenga límites flexibles y que pueda entrar con fluidez tanto a sus experiencias internas como a su relación con los otros. La empatía proporciona al cliente la suficiente libertad para poder reorientar su existencia, le permite experimentar sus sentimientos y le pone en contacto con su experiencia. En relación con esto, Gondra (1981, p.227) señala que “el terapeuta debe de arriesgarse a entrar a una relación afectiva con el cliente, con los peligros que esto comporta. Tiene que poseer la suficiente madurez y seguridad como persona para poder entrar en una profunda interacción con el cliente”. Para considerar a los demás, es importante aprender a considerarnos a nosotros mismos, pues sabiendo esto valoramos nuestras experiencias y reconocemos el aprendizaje que nos dejan y cómo nos inciden en la construcción de nuestra persona. Por eso, Rogers (1981, p.43) designa a este constructo como:
un sentimiento de consideración positiva que el individuo experimenta respecto a una experiencia, o una serie de experiencias; relativas al yo, independientemente de la consideración positiva experimentada respecto a ellas. Aunque la experiencia de consideración positiva de parte de otros debe proceder a la experiencia de consideración positiva de sí mismo, esa actitud conduce a una actitud positiva respecto de sí mismo que no depende directamente de las actitudes de los otros. El individuo, se convierte en su propia persona-criterio (significant social other).
Congruencia del facilitador
El concepto de congruencia es uno de los constructos fundamentales en la teoría del enfoque centrado en la persona, aunque Rogers siempre ha conferido gran importancia a la autenticidad del terapeuta de acuerdo con Lietaer (1997, citado en Migone, 2001) no la mencionó explícitamente como una condición terapéutica independiente hasta su escrito de 1957 sobre las “condiciones necesarias y suficientes”, junto a la empatía y la aceptación. Incluso, de 1962 en adelante, llegó a afirmar que era la más fundamental de las tres actitudes. Esto se debió a que la congruencia del orientador motiva al cliente a tomar sus propios riesgos y tomar sus propias decisiones con la finalidad de llegar a ser él mismo. Por lo tanto, en la teoría de Rogers, la congruencia se refiere a la coherencia entre el “yo” y “la experiencia” con relación al funcionamiento integral y óptimo de la persona; es por eso, que él lo describe de la siguiente manera:
Para sufrir un cambio, parece imprescindible que el terapeuta sea una persona unificada, integrada y coherente en la relación. Esto significa que debe ser exactamente lo que es, y no un disfraz, un rol, una simulación. Para referirme a esta correspondencia adecuada entre experiencia y apercepción he elegido el nombre de “coherencia”. El terapeuta sólo puede ser totalmente congruente en cuanto advierte con precisión lo que experimenta en ese momento de la relación; a menos que posea un considerable grado de coherencia, es difícil que se verifique en su cliente un aprendizaje significativo (Rogers, 1964, p. 249).
Para Mancillas (1998, citado en Migone, 2001) la congruencia implica la correspondencia entre el mí-mismo y el autoconstructo, de tal manera que se produzca una simbolización e integración adecuadas de las experiencias relativas al mí-mismo, lo que favorece un funcionamiento óptimo del organismo humano, y esto implica la libre expresión de la tendencia actualizante. Se presenta una armonía entre la experiencia del organismo en su totalidad y la experiencia del autoconstructo. Mancillas (2002) usa el término constructo de la misma manera que Rogers, quien toma esta expresión de Kelly (1955, citado en Mancillas, 2002, p.15)
ya que refleja con mayor corrección que el término “sentido de construcción” es la configuración o patrón construido por el ser humano, de los diversos elementos de la realidad con los que entran en contacto a través de sus manifestaciones y con los cuales construye, a través de su experiencia y la simbolización que hace de la misma, los correspondientes constructos reflejan de manera patente el carácter fluido y dinámico de dicha construcción, que puede en cualquier momento, a la luz de nuevas experiencias, experimentar cambios, adiciones o supresiones en los elementos que la componen.
La congruencia es, probablemente, la actitud principal a desarrollar en los promotores del desarrollo humano, la cual se refiere también a la transparencia, sinceridad, autenticidad personal. Esta autenticidad está compuesta por dos elementos: 1) La accesibilidad a la conciencia de todos los sentimientos del terapeuta. 2) La disposición a comunicar todos estos sentimientos, con vistas a que la relación terapéutica sea auténtica y real (Gondra 1981, p. 211). La congruencia es la condición primaria que manifiesta la integridad de la persona, de acuerdo con esto Rogers (1957, citado en Gondra, 1981, p.213) plantea que “no es necesario ni tampoco posible que el terapeuta sea un dechado de integración y plenitud en todos los aspectos de su vida. Es suficiente que sea él o ella misma en esta hora de su relación, basta con que sentido fundamental sea lo que verdaderamente sea en ese momento”.
Consideración positiva e incondicional
Dentro del proceso de consideración positiva de sí mismo aparece un elemento que lo hace diferente, más profundo e irrevocable que es la incondicionalidad. Desde la postura que tomamos, es un proceso complejo y complicado llegar a la valoración incondicional de sí mismo pues nunca se llega a un final, pero estar en el camino implica aprender a perdonar para liberar aquellos significantes negativos del mí mismo creados a partir de experiencias negativas o malinterpretaciones sobre algún evento y así volver a autoconstruirse, “La consideración incondicional de sí mismo es cuando el sujeto se percibe a sí mismo de modo tal que todas las experiencias relativas a su yo le parecen dignas de consideración positiva, experimenta una consideración incondicional de sí mismo (Rogers,1981, p.43).
Otro de los constructos para comprender la relación docente- alumno en la formación de psicólogos es la congruencia en relación interpersonal docente-alumno. Esta es una de las condiciones básicas para que se efectúe un aprendizaje significativo, para que ocurra dicho aprendizaje parece indispensable que el docente sea una persona unificada, integrada y coherente en la relación. La coherencia del docente facilita el aprendizaje; para Rogers (1964, p.253) significa que aquél debe ser la persona que es, advertir con claridad las actitudes que adopta y aceptar sus propios sentimientos, pues de esta manera llega a ser una persona real en su relación con los alumnos; es decir, una persona que puede enojarse, pero también ser sensible y simpática, puesto que acepta sus sentimientos como suyos y no necesita imponerlos hacia sus alumnos ni tratar de que sientan lo mismo. Es una persona y no la materialización de un programa de estudios, ni la expectativa del “deber ser” maestro. Rogers expone que es de suma importancia que el docente sea coherente y autentico en relación con los estudiantes y menciona:
Cuando el facilitador (del aprendizaje) es una persona auténtica, obra según es…Eso significa que tiene conciencia de sus experiencias, que es capaz de vivirlas y de comunicarlas si resulta adecuado. Significa que va al encuentro con el alumno de una manera directa y personal, estableciendo una relación de persona apersona. Significa que es él (o ella) mismo, que no se niega (Rogers & Freiberg, 1975, p.185-186).
La comprensión empática es una de las actitudes esenciales para la experiencia del aprendizaje. Rogers y Freiberg (1975) mencionan que la capacidad del docente para comprender a sus alumnos y alumnas se da empáticamente, cuando el profesor tiene la capacidad de comprender desde dentro las reacciones del estudiante, cuando tiene una percepción sensible de cómo se presenta el proceso de aprendizaje al alumno, entonces podrá facilitar un aprendizaje significativo. Sin embargo, cuando existe la comprensión empática la respuesta del alumno es del siguiente modelo: “Por fin alguien me entiende cómo siento y como soy sin querer analizarme ni juzgarme”. La comprensión empática es casi inaudita en el modelo tradicional educativo, pues existen muchas interacciones que carecen de comunicación clara, sensibilidad y empatía. Si todo maestro se propusiera la tarea de esforzarse para brindar una respuesta diaria no evaluativa, comprensiva y empática a la vivencia manifestada o verbalizada de un estudiante, creo, que descubriría todas las potencialidades de este tipo de comunicación casi inexistente (Rogers & Freiberg, 1975, p.190). La Consideración Positiva Incondicional en la relación docente-alumno es la actitud característica de los facilitadores del aprendizaje (docentes) que tienen éxito en su tarea.
Rogers y Freiberg (1975, p.188) señalan que es muy difícil darle un nombre y por eso se utilizan varios, pero
significa apreciar al alumno, sus sentimientos, opiniones y toda su persona. Es preocuparse por el alumno, pero no de una manera posesiva. Significa la aceptación del otro individuo como una persona independiente, con derechos propios. Es la creencia básica de que esta persona es digna de confianza de alguna manera fundamental. Ya sea que la llamemos aprecio, aceptación, o confianza o cualquier otro nombre, esta actitud se manifiesta en una variedad de formas. El facilitador que adopta esta actitud podrá aceptar totalmente el miedo y las vacilaciones con que el alumno enfrenta un nuevo problema, como también la satisfacción del alumno por sus progresos.
CONFIANZA EN LAS POTENCIALIDADES DE LOS ESTUDIANTES
Por otro lado, se enfatiza que la apreciación o aceptación del alumno por parte del facilitador es la expresión funcional de su confianza en la capacidad del ser humano. Esto incide en los estudiantes de manera positiva pues, usualmente, se sienten entusiasmados y motivados en realizar sus tareas, ya que lo reconocen como valiosos. La tendencia actualizante está muy relacionada con la motivación y es el impulso central del ser humano en su proceso de actualización, pues esta tendencia realiza la integración de todo el organismo hacia un funcionamiento pleno. Por eso mismo, la apreciación que los alumnos reciben de sus profesores incide a la estimulación de la tendencia actualizante, aunque se requiere de otras condiciones para desarrollarse. Los estudiantes llevan al aula, experiencias de familias, amigos, amores, preocupaciones, por lo que los docentes se espera que estén atentos a ello.
Es interesante observar a los alumnos, cuando se sienten dignos de consideración y valoración positiva, como su imagen corporal se modifica, y es que el organismo está constituido por esta tendencia que regula y controla el progreso al igual que la expansión. Migone (2001, p.24) comenta que “el ser humano muestra capacidad y también deseo de desarrollar sus potencialidades; parecería que esto se debe a una motivación suprema, a una necesidad o motivo fundamental que orienta, da energía en integra al organismo humano”. Este mismo autor expresa que “al brindar un maestro a sus estudiantes las condiciones necesarias para que se desarrollen los procesos de docencia y aprendizaje, los estudiantes expresan el interés de conocer más cada día, porque existe en ellos esta tendencia de crecimiento”. (Migone 2001, p.64).
Un rasgo que puede complementar el proceso de comprender la relación docente-alumno es la valoración organísmica. “Un maestro que se deja guiar por su propia sabiduría organísmica buscará que sus estudiantes desarrollen comportamientos basados en una moral autónoma, es decir, basados en principios que partan de ellos mismos, y no tanto en las normas impuestas desde afuera; buscará que sus estudiantes entren en contacto con su propia sabiduría organísmica y se dejen guiar por ella” (Migone 2001, p.67). Cuando la sabiduría organísmica se hace presente en la relación docente-alumno se manifiesta cuando el profesor promueve en sus estudiantes confiar en ellos y en su organismo para hacer contacto con ellos mismos, para descubrirse y tomar sus propias decisiones. Como docentes, es necesario tomar en cuenta que trabajamos con personas que llevan al aula su propia historia de vida, relaciones familiares, significantes que construyen la concepción del mundo y que influyeron en la decisión de estar en ese momento en el aula. Sin embargo, se tiene muy olvidada la experiencia interna del docente universitario, como lo menciona Prieto (2003, p.88) “su experimentación en la realidad, su encarnación en la propia biografía, la experiencia biográfica se concreta en la realización de proyectos vitales que configuran los hábitos”.
Los alumnos observan el comportamiento del docente y cómo se dirige a ellos. Son perceptivos ante la confianza o desconfianza que el maestro les genera, a partir de la autenticidad que este proyecta, ven las máscaras e incluso el temor del maestro a ser descubierto como persona, a través de su autoritarismo y el abuso de su posición. Durante siglos, los docentes han sido formados para considerarse expertos, transmisores de conocimientos e información, seres disciplinados para manejar el orden en el aula y aplicar una sanción o regaño a quien considere necesario, con autoridad para evaluar, examinar y asignar calificaciones. Así que, con estas creencias, los maestros y alumnos construyen su perspectiva de cómo debe actuar un maestro. Es evidente que ante este parámetro los maestros se sientan vulnerables e indefensos ante la intromisión de los alumnos en su mundo interno. Ante esto, Rogers (1975, p.75) se cuestiona como maestro ¿puedo ser yo mismo? ¿se puede ser humano en clase? a lo que señala:
Una de las respuestas, que es típica de muchos, comenzaba con un “¡Sin duda, eso no es posible!” y proseguía con algunas elocuentes razones por las que tanto los alumnos como los profesores consideran absolutamente imposible ser auténticos seres humanos dentro del contexto de la clase.
Ahuja (2009, p.28) nos recuerda, que educar es un arte y que por ello se entiende
sacar de dentro” “Ed-ducere”, es decir atender y promover los dinamismos humanos fundamentales. Para lograrlo, es indispensable la creación de un ambiente en el que se experimenten: la apertura, el respeto, la libertad, la aceptación positiva incondicional, la comprensión empática, la congruencia, la flexibilidad, la justicia, las actitudes de servicio y compromiso, así como una búsqueda constante de caminos que enriquezcan al ser y al hacer humano” (González, 1992, citado en Ahuja, 2009, p.28).
Rogers (1975, p. 78) durante su observación y trato con estudiantes comprendió “que confiando más en su condición de seres humanos intrínsecamente aptos, siendo auténtico yo mismo con ellos y procurando entenderlos en su forma de sentirse y de percibirse desde dentro se iniciaba en un proceso constructivo: comenzaban a desarrollar un autoconocimiento más claro y profundo…” Por lo que se cuestionó como profesor: “¿Cómo podía confiar en que mis clientes en ese asesoramiento actuarán con sentido constructivo, si yo casi no confiaba en la misma manera en mis alumnos?” a lo cual agregó ¿cómo se puede confiar en los alumnos y promover esa confianza si no se acepta desde adentro la persona como docente?
LAS ACTITUDES DEL DOCENTE UNIVERSITARIO
El primer contacto que se tiene con los alumnos universitarios es a partir de la observación; a través de ésta obtenemos información que da lugar a las primeras impresiones de manera grupal e individual, como lo plantea Migone (2001, p.121) “el primer contacto que tiene un maestro con sus estudiantes mediante la observación que haga de ellos le dará una información muy importante acerca de las características externas de los mismos”. Es importante que el docente sea consciente de las expectativas que tiene del grupo, pues la conducta generada de acuerdo a estas influye en el comportamiento, así como en la relación. De igual forma, se debe considerar que cada alumno tiene expectativas diferentes sobre la materia, el grupo y el docente, por lo que influye en la relación con sus compañeros de clase, como miembro de un grupo y con él mismo. Es común que los maestros tengan impresiones diferentes de los grupos y que entre ellos compartan sus experiencias al igual que advertencias. Los grupos reaccionan diferente de acuerdo al profesor y se recomienda adquirir una postura neutral ante las opiniones de los demás docentes, sobre esto Moreno (2007, p.125) expresa:
La percepción interpersonal, también será influenciada por la función que el maestro y el estudiante asuman y por los estereotipos que tengan (Hargreaves, 1997). En la relación al primer factor, considero importante señalar que la relación interpersonal maestro-estudiante tiene como fin principal el desarrollo de los procesos de docencia y de aprendizaje, las relaciones de amistad y confianza han de facilitar el proceso, pero no son el fin último. Para esto es muy importante que tanto el maestro como el estudiante tengan claridad sobre sus funciones para no confundir demandas y necesidades de ambos.
En este caso, la actitud auténtica del docente en relación con sus alumnos promueve una construcción positiva de la experiencia de dicho encuentro que se convierte, en el transcurso del proceso, en una relación significativa. Por lo tanto, mientras más significativas sean estas experiencias, más serán aceptadas por la conciencia simbólicamente. Contrario a esto, sí la actitud del docente es punitiva, autoritaria y/o sarcástica, los alumnos se sentirán amenazados, ansiosos y estresados, permeando su autoestima, provocando actitudes defensivas. Por lo tanto, la autenticidad en el docente radica en dejar de ocultarse detrás de la fachada o apariencia estereotipada del “deber ser maestro”, sea que este se haya mantenido de manera consciente o inconsciente para él mismo. Los profesores avanzan hacia un mayor contacto en su experiencia interna logrando comprensión de sí mismos y tratan de comprender mejor a sus alumnos. Perciben sus sensaciones, sentimientos y emociones antes, durante y después de la clase, y se encaminan hacia la aceptación de lo que experimentan como parte de su persona. Cuanta más sensibilidad adquiera el docente de sus propias reacciones, percibirá con mayor claridad la energía del grupo y la experiencia interna del alumno.
Como resultado de la relación auténtica que el docente establezca con su propia persona y con su experiencia interna, comenzará a apreciar todas sus experiencias y sentirse a gusto con ellas; dichas experiencias no sólo son intrapersonales, sino también en relación con sus alumnos. La óptica de la experiencia y las personas que lo incluyen es de confianza e interés positivo incondicional. Para comprender el mundo interno del otro, se requiere atención al proceso comunicativo, al igual que prestar atención a lo que se envía de mensaje. Atender cómo lo recibimos y qué sensaciones se generan, según Brazier (1997) la empatía como actitud se refiere a un proceso interno que tiene lugar en la escucha como una manera especial de conocer el mundo interno propio y del otro. Se refiere a “conocer” el mundo fenomenológico de la persona con quien estamos interactuando. La escucha también se refiere a escucharnos a nosotros mismos, por lo que comunicar la comprensión interna del docente requiere comprobar la hipótesis y la información que se recibe de parte del alumno y el grupo en sí, por lo que la interacción se vuelve cercana y sensitiva. Se espera que el docente busque referentes en su persona de acuerdo con lo que está percibiendo (viendo, oyendo, sintiendo) con sus alumnos o con uno sólo.
METODOLOGÍA
La presente investigación, por sus características, se optó por utilizar un método mixto; es decir, se utilizó la complementariedad la perspectiva cuantitativa y cualitativa, el propósito de profundizar en el conocimiento del tema. En el caso del primero, se obtuvo la información a partir de un inventario formulado por oraciones que representen las tres actitudes básicas: comprensión empática, interés positivo incondicional y congruencia, en donde los alumnos marcaron la respuesta que consideraron adecuada. En la parte cualitativa los alumnos expresaron sus opiniones en las preguntas abiertas que forman parte del inventario.
Ante lo expuesto, la presente investigación reúne las características idóneas para los estudios cualitativos y cuantitativos. Uno de los objetivos que definen este tipo de investigación es determinar la influencia de las actitudes fundamentales de los docentes en los alumnos de la licenciatura en psicología, dentro de su formación profesional.
Instrumento para la recolección de datos
Para obtener la información correspondiente se utilizó como instrumento un inventario diseñado para medir la influencia de las tres actitudes básicas que consta de 44 ítems cuya escala de respuesta tiene 5 posibilidades. Además, cuenta con 6 preguntas abiertas, imprescindibles para la investigación; las dos primeras fueron diseñadas para medir la empatía, las dos siguientes para medir el interés positivo incondicional y las dos últimas la congruencia.
El inventario Comprensión Empática, Congruencia e Interés Positivo Incondicional en la Relación Docente-Alumno, utilizado en esta investigación, fue basado en la adaptación del Interpersonal Reactivity Index (IRI) (Davis, 1980, 1983) en español por la Universidad de Valencia (2002, p255-260) para valorar la empatía; mientras que las aseveraciones para la valoración de la congruencia e interés positivo incondicional fueron basadas del libro El Orientador Experto de Gerard Egan (1989).
Las aseveraciones basadas del Interpersonal Reactivity Index que forman parte del instrumento son del 1-24 para valorar la empatía, del 25-37 fueron tomadas del libro El Orientador Experto de Gerard Egan para valorar la congruencia, al igual que el interés positivo incondicional que son del 38-44.
Validación del Inventario Comprensión Empática, Congruencia e Interés Positivo Incondicional
Una vez diseñado el inventario se procedió a su validación por expertos en la materia, por lo cual se solicitó a 4 docentes de la facultad de psicología de la Universidad Veracruzana para conocer la percepción de los docentes referente al inventario, a través de una evaluación. Dicho cuestionario fue basado en la Guía para la validación del cuestionario por expertos de González (2007). Éste presenta los objetivos de la investigación para continuar con 6 preguntas que considera lo siguiente:
La extensión, contenido, dimensiones del inventario, objetivos de la investigación, estructura del instrumento, formato, aportaciones o sugerencias de los docentes hacia el instrumento.
En base al juicio de los evaluadores, se realizaron las modificaciones pertinentes en relación con el formato del instrumento, es decir, sólo mejoró la presentación del inventario, pues los expertos únicamente hicieron observaciones sobre ese punto.
Participantes
La población estudiada en este trabajo de investigación son alumnos de una universidad privada de Xalapa, Ver., que cursan la licenciatura en psicología, sin importar la edad, estatus socioeconómico, lugar de residencia, estado civil, número de hijos, lugar donde laboran, etc.
La muestra estuvo constituida con el criterio de inclusión, ser estudiantes de la licenciatura en psicología de la modalidad escolarizada o mixta. Fue por conveniencia, pues son aquellos a los que se accedió, después de hacer una invitación a participar y aceptaron 54 estudiantes, 12 varones y 40 mujeres, mientras que dos participantes no mencionaron su sexo.
Procedimiento
El tema de investigación surgió a partir de la observación respecto a la falta de preparación de algunos docentes en el manejo de la dinámica personal-grupal, desinterés del profesor por los estudiantes, falta de recursos para promover el desarrollo humano y profesional de los alumnos y la falta de conciencia de que ellos, como profesores, son modelos a seguir para sus estudiantes.
A partir de lo anterior, surgió la pregunta de investigación ¿Cómo influye en los alumnos la manifestación de las actitudes fundamentales propuestas por Carl Rogers del docente psicólogo?, mientras que el objetivo general que se planteó fue conocer la incidencia de la comprensión empática, congruencia e interés positivo incondicional en la relación docente-alumno.
El marco teórico que se eligió para la investigación es el enfoque centrado en la persona, pues hace énfasis en las relaciones interpersonales significativas para el desarrollo del potencial humano en el ámbito educativo.
La investigación es de método mixto (MM), combinando la perspectiva cuantitativa y cualitativa, y se realizó en una universidad privada, en la ciudad de Xalapa, Veracruz, a los estudiantes de psicología, a quienes tuve acceso después de hacer una invitación a participar y aceptaron 54 estudiantes; dichos alumnos pertenecen a la modalidad mixta y escolarizada.
Para el presente artículo, se exponen los resultados cualitativos del estudio, es decir, describiendo las principales unidades de significados extraídas en base a las respuestas de las personas participantes de la muestra.
RESULTADOS
En lo que respecta a la compresión empática como una forma especial de conocer el mundo del alumno, lo que es una actitud esperada en la labor docente, pues es comprender bajo la condición de “cómo sí”, es decir; los profesores no sentimos el dolor como lo sienten los alumnos, ni siquiera entre ellos, por el contrario, si perdiéramos de vista esto, caeríamos en una identificación con el alumno y no lo comprenderíamos con asertividad. La mitad de la población estudiantil expresó que ésta cualidad, como expresión de la empatía, describe poco a sus profesores, además de que pocas veces demuestran sentimientos cariñosos y amables hacía con ellos y a sus compañeros, lo cual es un hecho lamentable que aqueja, en mi opinión, a todas las universidades.
No cabe duda que dentro de la relación docente-alumno sucedan roces entre ambas posturas, esto forma parte de las relaciones interpersonales; sin embargo, se espera que el profesor empático comprenda la postura del alumno ante cualquier molestia. Bajo este rubro, se observó que la mayoría de la población estudiantil contestó que describe poco a sus profesores, en cuanto a que intenten ponerse en el lugar del alumno.
En cuanto a la congruencia, la espontaneidad de los alumnos es uno de los indicadores que demuestran la confianza y la libertad establecida dentro del aula, lo que manifiesta que el profesor promueva y enriquezca este ambiente, así como que se sienta en confianza. Sin embargo; de acuerdo a la educación tradicional, el maestro debe cumplir el rol del que sabe y los alumnos reciben la información, por lo que muchas veces es complejo que el docente sea espontáneo e impere una rigidez y desasosiego por mantener “su postura” dentro de un grupo, y ver a los alumnos como personas sea amenazante; es por ello que los alumnos de este estudio, aunque menos de la mitad, expresaron que describe bien a sus maestros al percibir de ellos este tipo de trato.
La capacidad de escucha es una característica que se espera que el profesor desarrolle para detectar la motivación del mensaje en sus alumnos. La intencionalidad del mensaje se espera que sea percibido por ambas partes siendo más genuina la relación. Los alumnos expresaron que son bien descritos sus docentes ante estas características.
En la labor docente, se espera que el profesor atienda y sea coherente con los alumnos que percibe entregados o dispuestos entre ellos. El ser auténtico implica reconocer la postura personal y la del otro, y actuar concorde a ello; se encontró que es poco común que los estudiantes perciban a sus maestros entregados o dispuestos en relación a ellos, hecho muy lamentable que se debe enmendar.
La mayor parte de la población opinó que percibir al profesor fuera de su papel les causa hastío, desinterés y aburrimiento. Muchos de los estudiantes opinaron que es una falta de respeto de parte de los docentes hacia ellos, y que no demuestran compromiso en su labor como educador del área de psicología. La desconfianza es una característica ante la incongruencia percibida por los estudiantes, así como el enojo y la decepción.
La consideración positiva incondicional expresa que los seres humanos valemos por el simple hecho de existir. Se espera que el profesor tome en cuenta a sus alumnos como personas valiosas y eficaces. En este caso, y para este estudio, gran parte de la población expresó que describe bien a sus maestros al afirmar que sus profesores toman en cuenta la valía personal de sus estudiantes.
La demostración de interés del docente al alumno está muy ligada a la aceptación. Para lograr e incrementar esto se espera que el profesor esté abierto a la experiencia, pues la cercanía hacia los estudiantes promueve el conocimiento de las personas con quienes se trata, por lo que la relación se profundiza y adquiere un sentido diferente para las personas involucradas.
El respeto que el profesor demuestra a sus estudiantes por ser considerados como merecedores de esto, por el hecho de ser personas comprometidas con su labor, incide en que los alumnos se sienten valorados y muy reconocidos. Esto tiene una profundidad superior, pues los alumnos se sienten respetados como personas, lo que promueve la libertad y la confianza sin la finalidad de modelar o reformar a los alumnos sin tomar en cuenta quienes son.
La consideración positiva incondicional tiene un elemento que es difícil de aplicar, particularmente, cuanto el ego profesional se interpone: la humildad. El ser docente implica, en muchos casos, tener una postura autoritaria, donde no se consideran a los demás por creer que se tiene la razón; los resultados indicaron que los docentes no se sienten enojados cuando los alumnos reaccionan contrariamente ante una negociación.
La vivencia de las tres actitudes fundamentales en el docente promueve el desarrollo humano en los alumnos y, sin embargo, puede ser que el profesor con estas cualidades no tenga presente o no alcance a darse cuenta de la trascendencia y la sagacidad de sus actitudes en la vida, y el efecto que tienen en el desarrollo de los alumnos.
En el ámbito educativo, la promoción de la relación entre profesores y alumnos se ha enfatizado, pues la importancia de la vivencia afectiva dentro del aula es un medio para el aprendizaje significativo, para así estimular el desarrollo del potencial humano.
La promoción de este desarrollo dentro de las aulas permite la comprensión de nuestra existencia, enriqueciendo así, nuestra vida misma. Es por ello que, la importancia de establecer programas de formación docente en actitudes como: la comprensión empática, la congruencia y el interés positivo incondicional, será parte de la preparación y capacitación de esta práctica.
CONCLUSIONES
En lo que respecta a la compresión empática como una forma especial de conocer el mundo del alumno, lo que es una actitud esperada en la labor docente, pues es comprender bajo la condición de “como sí”, es decir; los profesores no sentimos el dolor igual que los alumnos, ni siquiera entre ellos, por el contrario, si perdiéramos de vista esto, caeríamos en una identificación con el alumno y no lo comprenderíamos con asertividad. Como parte de esta comprensión, en el trabajo dentro del aula, hay dos partes que componen la interacción: los alumnos y los profesores, contrario a los conflictos en los que los docentes no están involucrados, no cabe duda que dentro de la relación docente-alumno sucedan roces entre ambas posturas, esto forma parte de las relaciones interpersonales; sin embargo, se espera que el profesor empático comprenda la postura del alumno ante tal molestia.
Probablemente, los maestros más sensibles a esto se darán cuenta, por medio de las actitudes de los alumnos, cómo incide esto en su persona. Los alumnos logran su propia aceptación dando lugar a la libertad de expresión de sus ideas y sentimientos pues reconocen el sentido que tienen para ellos y puede contribuir adecuadamente a su entorno.
En cuanto a la congruencia, la espontaneidad de los alumnos demuestra la confianza y la libertad dentro del aula que se espera que el profesor promueva y enriquezca este ambiente, al igual que se sienta en confianza. Sin embargo; de acuerdo a la educación tradicional, el maestro debe cumplir el rol del que sabe y los alumnos reciben la información, por lo que muchas veces es complicado que el docente sea espontáneo e impere una rigidez y preocupación por mantener “su postura” dentro de un grupo y ver a los alumnos como personas sea amenazante.
En la labor docente, se espera que el profesor atienda y sea congruente con los alumnos que percibe entregados o dispuestos entre ellos. El ser auténtico implica reconocer la postura personal y la del otro y actuar acorde con ello. La presencia personal del profesor hacia sus alumnos quiere decir estar con todo lo que soy, de una forma abierta y directa, como expresión de la congruencia de parte de los docentes, incide en los alumnos causando admiración y respeto, se sienten confiados cuando perciben al maestro como persona, en relación entre iguales y que puede entenderlos. Los alumnos perciben compromiso en los docentes en su labor, sintiéndose alentados en continuar con sus estudios. Probablemente, la congruencia sea la actitud más complicada de vivir, pues se requiere armonía entre los elementos que conforman una actitud, la cognición, el afecto y la acción. Para llegar a ello, se requiere tener mucha claridad y conocimiento de sí mismo, pues esta actitud fundamental como parte del desarrollo humano incide en la formación de los alumnos a partir del ejemplo del profesor. La consideración positiva incondicional expresa que los seres humanos valemos por el simple hecho de existir.
La demostración de interés del docente al alumno está muy ligada a la aceptación, para lograr e incrementar esto se espera que el profesor esté abierto a la experiencia, pues la cercanía hacia los estudiantes promueve el conocimiento de las personas con quienes se trata, por lo que la relación se profundiza y adquiere un sentido diferente para las personas involucradas. Realmente, no se puede determinar con precisión qué es lo que motiva al alumno, pues es algo muy íntimo, pero eso no significa que los docentes sean indiferentes a alentar a sus estudiantes, por lo que se halló que los estudiantes perciben esta manifestación de sus profesores hacia ellos. El respeto que el profesor demuestra a sus estudiantes por ser considerados como merecedores de esto, por el hecho de ser personas comprometidas con su labor, incide en que los alumnos se sienten valorados y reconocidos. Esto tiene una profundidad mayor, pues los alumnos se sienten respetados como personas, lo que promueve la libertad y la confianza sin la finalidad de modelar o reformar a los alumnos sin tomar en cuenta quienes son. La consideración positiva incondicional tiene un elemento que es difícil de aplicar, particularmente, cuando el ego profesional se interpone: la humildad. El ser docente implica, para muchos, tener una postura de autoridad donde no se consideran a los demás por creer que se tiene la razón
El compromiso se presenta como expresión de esta actitud en ambas partes; Las tres actitudes fundamentales están relacionadas entre sí, cada una abre caminos y posibilidades para enriquecerse como persona y se requiere trabajar en ellas de manera continua y disciplinada. La comprensión empática, la congruencia y la consideración positiva incondicional son parte del ser humano, puede que una esté más desarrollada y clara, usualmente, tiende a ser la empatía, aunque sin la congruencia no se percibe que la conducta empática sea genuina ni que exista un interés positivo real. La vivencia de las tres actitudes fundamentales en el docente promueve el desarrollo humano en los alumnos y, sin embargo, puede ser que el profesor con estas cualidades no tenga presente o no alcance a darse cuenta de la trascendencia de sus actitudes en la vida, y el efecto que tienen en el desarrollo de los alumnos.
REFERENCIAS
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