RESUMEN
Este estudio investiga la cuestión de la corporeidad en la Psicología y, en particular, en el Enfoque Centrado en la Persona (ECP) de Carl Rogers, analizando la herencia dualista mente/cuerpo del pensamiento moderno que ha influido en la historia del conocimiento psicológico. Frente a los desafíos contemporáneos en Brasil, presento el giro afectivo y el giro lingüístico en el campo de las ciencias humanas y sociales, junto con los estudios decoloniales e interseccionales, para problematizar y hacer viables actualizaciones conceptuales en el ECP. Aquí, el Arte emerge como un campo encarnado, ofreciendo una mirada más atenta a diversos cuerpos, en sus dimensiones sensible, creativa y singular, pero también social, cultural y política. Apuntes sobre la Terapia Expresiva Centrada en la Persona, desarrollada por Natalie Rogers, hija de Carl Rogers, aparecen como una forma de investigar el potencial de las expresiones artísticas en el proceso psicoterapéutico. Algunas experiencias en la clínica también encuentran su lugar en la escritura, movilizando reflexiones sobre los temas: Cuerpo, Arte y ECP.
Palabras clave: Cuerpo. arte. psicología. enfoque centrado en la persona. terapia expresiva centrada en la persona.
ABSTRACT
This study investigates the issue of corporeality in Psychology and, in particular, in Carl Rogers' Person-Centered Approach (PCA), analyzing the dualistic mind/body heritage of modern thinking that has crossed the history of psi knowledge. Faced with contemporary challenges in Brazil, I present the affective turn and the linguistic turn in the field of human and social sciences combined with decolonial and intersectional studies to problematize and enable conceptual updates in PCA. Art emerges here, as an incarnated field, offering a kinder look at different bodies, in their sensitive, creative, singular, but also social, cultural and political dimensions. Notes on Person-Centered Expressive Therapy, developed by Natalie Rogers, daughter of Carl Rogers, appear as a way of investigating the potential of artistic expressions in the psychotherapy process. Some experiences at the clinic also find their place in writing, mobilizing reflections on the themes: Body, Art and PCA.
Keywords: Body, Art. Psychology. Person-Centered Approach. Person-Centered Expressive Therapy.
INTRODUCCIÓN
Las inquietudes que movieron este trabajo surgieron de mis experiencias como psicóloga clínica, profesora y artista en poéticas contemporáneas en el área de la danza. En los cruces inter y transdisciplinares entre Psicología y Arte, fui delineando mis estudios, de modo que dichos saberes se incorporaron a mi forma de percibir y actuar en estas áreas. Siento como si atendiera en la clínica con la presencia que exige una danza y como si enseñara y danzara en busca del cuidado ético que el encuentro con el otro me invita en la psicología. En medio de estos cruces, el cuerpo insiste. Mi cuerpo, el cuerpo del otro, aunque separados por una pantalla en las consultas en línea, insisten en desbordar su color, su género, su clase social, su familia, su casa, sus descubrimientos, sus dolores, sus creaciones y devenires. Me encuentro con personas, en su inmensidad de sentidos y posibilidades, experimentando ser cuerpo en este mundo.
Ante esto, el primer punto que planteo en este trabajo es la cuestión de la corporeidad en Psicología y, en especial, en el Enfoque Centrado en la Persona (ECP). Es un hecho que la división cartesiana mente/cuerpo acompañó la historia de la ciencia moderna y, consecuentemente, de los saberes psíquicos, comprendiendo el cuerpo desde un prisma fisiológico, cuantificable, objetivo y como el locus material del sujeto, de la persona, de la conciencia supra corpórea (Resende et al., 2017). Al enfatizar a la persona como el centro del proceso, caminando hacia la libertad experiencial, el crecimiento y la maduración, a través de la tendencia a la actualización (inherente a todo organismo vivo), el ECP, siguiendo el prisma de la ciencia moderna, invisibilizó aspectos políticos y sociales del cuerpo, que, en medio de las discusiones contemporáneas decoloniales e interseccionales, se vuelven imprescindibles de ser considerados en la práctica clínica.
Aunque Carl Rogers buscó romper con las lógicas de poder jerárquicas de su época (a partir de su posición como hombre blanco cis heterosexual estadounidense de clase media alta cristiano del siglo XX), los giros afectivo y lingüístico sumados a los estudios decoloniales e interseccionales ofrecen preciosas reflexiones para problematizar y viabilizar actualizaciones conceptuales en el ECP, reconociendo la importancia de integrar a la persona con su experiencia, necesariamente, corporal (Rogers, 2016; Santos & Costa, 2017; Maia, 2022).
El arte entra en este estudio por ofrecer en mis experiencias clínicas en ECP una mirada más atenta hacia el cuerpo, en sus dimensiones sensible, creativa, singular, pero también social, cultural y política (Resende et al., 2017; Reis, 2014). Aunque existen muchos puntos de articulación entre Arte y Psicología, hay una escasez de estudios publicados en Brasil que relacionen arteterapia y ECP, siendo necesario el desarrollo de más investigaciones sobre este tema como forma de contribuir con la formación y el perfeccionamiento de psicólogos/as clínicos/as (Lopes, 2020). Este estudio también contará con anotaciones sobre la Terapia Expresiva Centrada en la Persona, desarrollada por Natalie Rogers, hija de Carl Rogers, como forma de investigar el uso de expresiones artísticas en la clínica en ECP. Finalmente, presento algunos relatos de mis experiencias en la clínica, con el objetivo de ejemplificar en la práctica los cruces entre estos temas: Cuerpo, Arte y ECP.
Ya mapeado nuestro recorrido, el objetivo aquí es analizar el potencial del Arte en articulación con la necesidad de abordar la corporeidad en la clínica en ECP. En este estudio, la comprensión de un organismo biopsíquico no es suficiente, sino la de un cuerpo que es contexto, cultura, sociedad, relación, historia y que es, por lo tanto, político. De este modo, la principal cuestión que se presenta es: Teniendo en cuenta que el cuerpo se configura como el centro de la experiencia de cualquier persona, ¿cómo emerge la expresión artística como una significativa aliada para rescatar y valorar el cuerpo en la psicología?
CONTEXTUALIZACIÓN TEÓRICA
Inicio mis reflexiones señalando la apertura al diálogo y a las actualizaciones teóricas, por parte de Carl Rogers, en relación con la construcción de conocimientos en el Enfoque Centrado en la Persona (ECP). A medida que anunciaba sus errores, limitaciones, descubrimientos y devenires entrelazados con las experimentaciones e hipótesis en su trabajo, Rogers exploró diferentes caminos sin la pretensión de escribir recetas listas o fomentar obediencias dogmáticas. Al contrario, invitó al cuestionamiento de las relaciones de poder y a la experimentación y el descubrimiento de nuevas formas de sentirnos, crearnos y pensarnos.
Ante esto, añado la provocación de la psicóloga centrada en la persona brasileña Marina Maia (2022) acerca de la necesidad de una implicación ética y contextualizada por parte de los profesionales de la psicología, de modo que teoría y práctica ofrezcan nuevos “camino hacia la experiencia del sentir y un hacer más implicado con la vida” (p. 4).
Dicho esto, vislumbro diálogos en una escritura solitaria; invito a una apertura para sentir, extrañar y (des)encontrar al leer y releer; supongo un espacio tan libre como sea posible para exponer tensiones e impasses como psicóloga. Escribo desde mí, mujer cis blanca pansexual de clase media alta brasileña, que, acostumbrada a improvisaciones danzantes, busco percibirme en la relación con un determinado espacio-tiempo para, de manera más congruente y consciente, conectarme con el devenir de mi expresión. Así, expongo la investigación de la corporeidad como un campo conceptual encarnado que necesita mucha más atención en el escenario de las prácticas y saberes en psicología. Es imprescindible enfatizar que, desde la modernidad hasta el actual neoliberalismo contemporáneo, el cuerpo sigue colonizado por diversos y distintos discursos, prácticas, modos de ser y de vivir, pero a cada instante y en cada detalle colonizado (Santos & Costa, 2017).
¿QUÉ CUERPO ES ESTE?
En la medida en que todo el paradigma de la ciencia moderna ganó sustentación en el pensamiento dicotómico de René Descartes sobre la división jerárquica mente/cuerpo, se estableció la necesidad de separar al hombre de la naturaleza para entenderla mejor, preverla y controlarla. El cuerpo, frente a la herencia platónica y cristiana de Descartes, fue entendido como una máquina biológica, un envoltorio desechable controlado por el pensamiento racional. Así, al lado de la mente (alma o espíritu), la razón, la cultura, la objetividad, la neutralidad, la verdad del hombre que detiene el poder, y al lado del cuerpo, la emoción, la naturaleza, los seres sometidos a ese poder. La psicología gana su lugar como ciencia con tales fundamentos, pero a la vista de las sucesivas rupturas y actualizaciones en el campo de las ciencias humanas y sociales, los giros lingüístico y afectivo atravesaron de alguna manera la construcción de diferentes teorías psicológicas que pasan a reivindicar el lugar activo y no neutro en la construcción de saberes científicos, además de la importancia de considerar el afecto en las relaciones y conocimientos. Aun así, la tradición cartesiana persiste (Santos y Costa, 2017; Kiffer, 2021; Resende et al., 2017).
En niveles y aspectos diferentes, enfoques psicológicos señalan un proyecto epistemológico moderno de un ser humano desconectado del tiempo y del espacio, inmerso en los rastros del dualismo mente/cuerpo, para alcanzar la verdad y el conocimiento. A esto se suma la necesidad de alienación política y social de una ciencia psicológica que enfatiza la autorreflexión de la persona en su individualidad, desgarrada del territorio en el que vive (Goia, 2007). Y en la conciencia del cuerpo alienado, que piensa para ausentarse, las violencias sociales se perpetúan. Así, el cuerpo es visto como un envoltorio de matriz fisiológica, cuantificable y objetivo por parte de los psicólogos inscritos en la materialidad de la fisiología sensorial, entre los siglos XIX y XX. Se instala una corporeidad homogénea como un plano de entendimiento sensorial a partir de datos estándar de funcionalidad, en medio de las herencias del mecanicismo moderno. Es necesario enfatizar y tensionar tales herencias para que sea posible vislumbrar una actualización en las teorías y prácticas psíquicas (Resende et al., 2017).
Este tensionamiento de la ciencia contemporánea abre espacio para una heterogeneidad que no se estaciona en lo singular e impulsa una mirada más atenta a la incongruencia de los discursos dominantes construidos de forma sociohistórica (Resende et al., 2017). En lo que se refiere al Enfoque Centrado en la Persona (ECP), es perceptible la influencia en algunos aspectos del paradigma moderno no solo en la escritura de Carl Rogers, sino también en espacios institucionales. No obstante, es importante destacar la evidente influencia del giro afectivo, que también atravesó otros enfoques psicológicos del siglo pasado. La búsqueda por la legitimación de sentimientos y de relaciones interpersonales cálidas y humanas, además del cuestionamiento y ruptura con lógicas de poder jerárquicas en las relaciones, son aspectos que me instigan mucho en el ECP (Resende et al., 2017; Rogers, 2016; Kiffer, 2021). Ante esto, destaco las actitudes facilitadoras que fueron ganando nuevos contornos con el desarrollo del enfoque.
Según Tambara y Freire (1999), la aceptación se convirtió en consideración positiva incondicional, la genuinidad en congruencia y la adopción del referencial interno del cliente se (re)organizó en el término comprensión empática. A partir de las actualizaciones, la consideración positiva incondicional, en carácter no selectivo ni condicional, implicaría actitudes cálidas, de acogida, tolerancia, respeto y aceptación respecto a todo lo que la persona es, en sus posibilidades positivas o negativas; la comprensión empática (y no diagnóstica) demandaría el centrado de la relación en el mundo perceptual del cliente, sin juicio crítico ni confirmación intelectual teórica de etiquetado y categorización; finalmente, la congruencia[3] consistiría en un estado de acuerdo entre el auto-concepto y las experiencias organísmicas. Aun cuando es importante destacar tales actualizaciones teóricas, por tratarse de ciencia y no de dogma, añado la necesidad de que las ideas de Carl Rogers continúen siendo revisadas y apropiadas en Brasil con otros ojos y en articulación con discusiones socioculturales en la contemporaneidad (Rogers, 2016; Rogers & Kinget, 1977; Maia, 2022).
Ante esto, retomo la cuestión de la corporeidad, pero ahora específicamente en relación con el pensamiento de Carl Rogers. En mi búsqueda por encontrar la comprensión del cuerpo para el ECP, el concepto de organismo se destaca. Así, para entender qué cuerpo es este, debemos visitar la propuesta de organismo a la que Rogers se refiere tanto. A continuación, se incluyen fragmentos del libro “Tornar-se Pessoa” en el que Rogers (2016) expone el referido término sin tanto rigor en su sistematización conceptual[4], pero ciertamente ligado a determinadas ideas sobre el propósito del proceso psicoterapéutico en el Enfoque Centrado en la Persona:
(...) si podemos añadir a la experiencia visceral y sensorial, que caracteriza todo el reino animal, el don de una toma de conciencia libre y no deformante de la que únicamente el ser humano parece ser integralmente capaz, entonces tendremos un organismo que es perfecta y constructivamente realista. Entonces tendremos un organismo consciente de las exigencias de la cultura como de sus propias exigencias fisiológicas de alimentación o satisfacción sexual (...) un organismo capaz de alcanzar, gracias a la notable capacidad integradora de su sistema nervioso central, un comportamiento equilibrado, realista, valorándose a sí mismo y valorando al otro (...) cuando es plenamente humano, cuando es un organismo integral, cuando la conciencia de su experiencia, ese atributo específicamente humano, funciona plenamente, se puede confiar en él, su comportamiento será entonces constructivo. No siempre será convencional. Será individualizado. Pero será igualmente socializado (p. 69).
El primer aspecto que me gustaría destacar se refiere a una comprensión del hombre[5]-persona-individuo como portador de una esencia individualizada, autogestionada, consciente, realista y libre, en devenir. Según Carl Rogers (2016), el individuo alcanzaría su funcionamiento pleno a medida que se convirtiera en su propio organismo, su propia experiencia. En esta lógica, las ideas de integralidad y totalidad organísmica están vinculadas especialmente a las dimensiones fisiológicas y sensoriales, indicando rastros de la herencia psicofísica de una corporeidad homogénea orientada hacia patrones de funcionalidad, aunque en un formato individualizante (Resende, 2017). Creo que es importante destacar que el realismo constitutivo en el ser humano para Rogers es descrito posteriormente en el libro como vinculado a un referencial interno (esencial y en devenir) de evaluación de su propia experiencia. Sin embargo, la idea de una conciencia perfectamente capaz de comprender sin deformaciones una realidad ya dada se refuerza también por la idea de que la psicología debe caminar hacia "un cuerpo sólido y objetivo de conocimientos sobre el comportamiento y los sentimientos humanos", siendo esta última presentada en varios momentos del libro (Rogers, 2016, p. 371).
El término organísmico es muy frecuente en Rogers, cuando éste trata de significar simultáneamente la realidad anímica y orgánica en interacción con el medio ambiente. En este concepto se concentran los diversos aspectos que integran la totalidad biopsíquica del individuo (Rogers, 2016, p. 403).
El fragmento citado se refiere a una nota de los traductores Manuel Ferreira y Alvamar Lamparelli al final del libro "Tornar-se Pessoa" (Rogers, 2016), que tiene un gran valor en este estudio al traer la realidad anímica, que (proveniente del latín anima para referirse al alma, espíritu), parece aludir a la realidad psíquica, articulada a la dimensión orgánica para interactuar con su entorno, reforzando la noción de un todo biopsíquico que interactúa con un medio cultural externo. Frente a la división interno/externo vinculada a persona/cultura que permanece como fruto de la herencia cartesiana, se hace necesario, en este estudio, realizar algunas diferenciaciones conceptuales con el fin de legitimar un cuerpo que desborda su aspecto orgánico. La comprensión de un organismo biopsíquico no es suficiente aquí, pues se manifiesta simultáneamente como contexto, cultura, sociedad, relación, historia y política. Dicho esto, destaco que lejos de presentar un modelo más verdadero que el de Carl Rogers sobre la cuestión de la corporeidad, busco aquí ampliar zonas de sentido, encontrar prismas más congruentes con transformaciones ético-políticas, frente a los desafíos que la contemporaneidad ha demandado, con énfasis en un territorio brasileño en 2024.
En medio de los avances abruptos del neoliberalismo, significativamente impulsados por la pandemia mundial de COVID-19, los ideales de independencia, innovación y libertad se muestran adheridos al discurso hegemónico, fácilmente encontrados en contextos publicitarios y corporativos. Tales ideales, tan requeridos en el trabajo y en el ocio, lejos de la valorización de los intercambios afectivos y de conocimiento, aparecen enredados a intercambios comerciales que pegan valor monetario a objetos, relaciones, personas, producciones humanas, convirtiendo todo en un producto de consumo (Medeiros, 2021; Lima, 2017). El discurso de la libertad individual es cooptado por el capitalismo y se orienta hacia el afán de placer todo el tiempo y a cualquier costo, desvinculado de cualquier compromiso con la responsabilidad colectiva (Tatit, 2023). Según Isabel Tatit (2023), mientras la modernidad inaugura estos ideales individualistas y meritocráticos, la contemporaneidad los lleva al extremo del aislamiento, la segregación y la soledad, y sus consecuentes precariedades. Enredados en este contexto, las mismas formas de sufrimiento no dejan de aparecer en la clínica con contornos, capas y percepciones diversas:
Avanzamos cuando dialogamos, por ejemplo, con teorías de género, con estudios interseccionales y así reconocemos sufrimientos que son producidos socialmente. Quien atiende hoy y no es capaz de reconocer que una persona negra sufre por ser negra en un país racista – o que muchas cuestiones traídas por una persona LGBTQIA+ responden a una sociedad prejuiciosa – ha quedado atrás (Tatit, 2023, párr. 6).
A pesar de que estas cuestiones atraviesan la práctica clínica, la insensibilidad hacia estos cuerpos persiste, reafirmando procesos de deshumanización y de opresión vinculados a un igualitarismo radical. Las categorías interseccionales (género, raza/etnia, orientación sexual, clase social, condición de persona con discapacidad, entre otras) se interrelacionan y operan en la (re)producción de desigualdad social y, por lo tanto, en la forma en que cada cuerpo experimenta su vida. Y justamente en la invisibilización y naturalización de estos procesos de deshumanización se apoya el mantenimiento de las violencias cotidianas (Maia, 2022). Según Rios et al. (2019), la cuestión de la interseccionalidad[6], en su marco crítico teórico y empírico en las ciencias humanas y sociales, se presenta como un factor ineludible en relación con la producción de conocimientos en la contemporaneidad.
Vinculado a los estudios interseccionales, tenemos un modelo de sociedad colonial en Brasil centrado en modos de ser y vivir característicos del norte global. Completamente inmersos/as en las redes simbólicas y concretas de la estructura colonial, se buscan fórmulas de buen vivir (o de supervivencia) centradas en perspectivas europeas y estadounidenses[7] con el fin de reconfigurar los moldes del colonialismo (Maia, 2022). En medio de las violencias y borrados sentidos en la piel, somos socializados/as a partir del discurso opresor y perpetuamos con la mayor facilidad y naturalidad tales violencias y borrados en las relaciones. Adoptamos, en los más minuciosos detalles de la existencia[8], tales verdades que pasan a ser nuestras también. Así, destaco, como Marina Maia (2022), la necesidad de una mirada más atenta a lo que nos atraviesa como personas en el mundo, siendo el cuerpo visto, sentido, percibido, comprendido como contexto. La descontextualización como característica de una lógica colonial implica el silenciamiento y el envejecimiento de diversos cuerpos, que no dependen solo de sí mismos y de su esencia interna para una vida más saludable
De esta forma, la atención a las narrativas del cuerpo se vuelve necesaria en la psicología, ya que posibilita “reposicionamientos para crear un cuerpo-territorio-contra-hegemónico, permitiendo la reinvención de concepciones de vida y de mundo” (Maia, 2022, p. 9). Un cuerpo-territorio reivindica su derecho a la existencia, desde sí mismo, su contexto y la diversidad que su contexto implica. En este punto, los no-dichos que sostienen la lógica colonial claman por expresión, pues denuncian los juegos de poder de los discursos que pasan desapercibidos en la cotidianeidad y viabilizan la emergencia de otras salidas, otras formas de ser y estar en el mundo (Maia, 2022; Lima, 2017). En medio del reconocimiento de tantos no-dichos en la obra de Carl Rogers, nos queda revivir la teoría, ponerla en circulación y en movimiento, junto con otros cuerpos diversos para dialogar y encontrar juntos nuevas formas de expresarse, más allá del profesor poseedor del saber frente a la sala de clases transfiriendo verdades o del científico observando desde fuera y de manera objetiva a esas otras personas ‘iguales’. En fin, las conciencias (individuales) reflexiva, sensorial y fisiológica de un organismo no son suficientes aquí (Resende, 2017). Es necesaria la conciencia de un cuerpo que es también contexto y territorio y, por lo tanto, cultural y político.
ARTE Y TERAPIA
Comienzo este tema con una de las designaciones etimológicas de la palabra arte destacadas por Giuliana Bilbao y Vera Cury (2006, p. 92): Ars, de matriz latina, como “raíz del verbo articular, denotando la acción de hacer uniones entre las partes de un todo”. En busca de una acción articulada, destaco las diversas pequeñeces entrelazadas de una expresión incesante que, lejos de ser irrelevantes, anuncian el todo. Es como si el arte, al prescindir de una presencia en nosotras/os en la experiencia, invitara a sentir cuán integrados están forma-contenido, hacer-conocer, razón-emoción, cuerpo-mente, persona-cultura. Es necesario reconocer aquí que, antes de cualquier saber psíquico o de cualquier ciencia empírica, el arte ya emergía en la experiencia en diversas formas de expresión, desde el inicio de la humanidad[9], siendo una de las invenciones más importantes que viabilizaron simultáneamente expresiones personales y colectivas (Lopes, 2020). Tal como Resende et al. (2017, p. 92) afirman: “Es propio del arte crear caminos para encontrar, identificar, pulir, expresar las intensidades afectivas que puedan ser compartidas en el plano colectivo de las fuerzas”.
Así, destaco el Arte y la Psicología como campos distintos, con un hacer-saber propio de cada uno, pero que pueden articularse y potenciarse al sumergirse juntas en la búsqueda de nuevas dinámicas de vitalidad. Señalo la indignación que surgió al ver el Arte como una simple herramienta práctica en la clínica, analizada desde un prisma terapéutico a partir de saberes psíquicos y desestimando las valiosas contribuciones que este campo encarnado de estudio tiene para aportar. A partir de esta incomodidad, no pretendo asociar el hacer artístico a un virtuosismo técnico o a un conocimiento cerrado a la academia, sino legitimar un enlace entre hacer y conocer que no se encuentra separado de la propia forma creada o apreciada (Pareyson, 1966, apud Bilbao; Cury, 2006). Otro aspecto que me respalda en esta escritura tiene que ver con la errancia requerida en el proceso de creación, como resalta André Lepecki (2016), comprendida como un extravío en el propio hacer, entregándose sin brújula a la experiencia. De este modo, el arte en sus infinitos caminos, cruces y dimensiones debe ser vista aquí más que un recurso creativo para alcanzar la plenitud debe ser asumida a partir de sus múltiples potencias en devenir.
Ya expuestas algunas consideraciones fundamentales para las siguientes discusiones, presento la Arteterapia como un área que carece de estudios, principalmente en lo que respecta a sus diálogos con el ECP en Brasil. Así, también utilizo la contribución reflexiva de otros enfoques psicológicos. Según la Asociación Brasileña de Arteterapia, se trata de un campo profesional de actuación que dispone de “el lenguaje artístico como base de la comunicación cliente-profesional. Su esencia es la creación estética y la elaboración artística en pro de la salud” (Reis, 2014, p. 143). Alice Reis (2014), al investigar el contexto en el que surge la arteterapia y su desarrollo en Brasil a partir de los enfoques psicoanalítico, junguiano y gestáltico, enfatiza el compartir de una concepción estética del ser humano como ser capaz de recrearse al experimentar nuevas formas de expresión en la relación consigo mismo, con el otro y con el mundo. Vinculada a un compromiso ético, la experiencia estética implica el contacto con lo impensado, con la diferencia y con la alteridad que excede lo cotidiano y los automatismos, e invita a la experimentación y al descubrimiento de nuevos sentidos. Contribuye de este modo para que las personas se revelen no solo como actores sociales, sino también como integrantes creadores de la sociedad.
En otro estudio, Giuliana Bilbao y Vera Cury (2006), al investigar la vivencia de artistas en relación con su arte, mediante el método fenomenológico y la articulación con diferentes enfoques psicológicos, señalan el poder del proceso creativo como camino hacia el autoconocimiento, para la movilización de valores y afectos y para la transformación de la realidad cotidiana. Al fomentar la experimentación, la creación artística podría: invitar al placer de la exploración espontánea de lo nuevo; ser un camino seguro para enfrentar el miedo y el sufrimiento en un mundo visto como hostil; ser medio de transformación social y de intensificación de la vida. En la medida en que se identifican en la investigación movimientos adaptativos y placenteros, Bilbao y Cury (2006) relacionan tales relatos con las ideas de Carl Rogers (1999, apud Bilbao; Cury, 2006) sobre la tendencia actualizante, la congruencia y la apertura a la experiencia por parte de individuos creativos, sin detenerse en definiciones conceptuales a la luz de varias otras aproximaciones trabajadas en el artículo. Además, destacan el caos mediante el cual surge lo nuevo, la inmersión en lo desconocido del propio hacer y un movimiento de desfocalización del yo y de mayor consideración con el otro, revelando también un aspecto ético y una preocupación social.
Profundizando las discusiones en el ECP en relación con la Ludoterapia, Raíssa Guedes y Juliana Lopes (2021) investigan los impactos psicológicos en la utilización de recursos expresivos/creativos a partir del relato de experiencia de una adolescente de 16 años remitida a la Defensoría Pública para apoyo psicosocial. Según las autoras, la ampliación de posibilidades expresivas ofreció caminos más potentes, congruentes y transformadores para que la adolescente (nombre ficticio, Angel) entrara en contacto con sus contenidos internos, más allá de la oralidad. La Expresión Creativa se reveló como medio de simbolización de dolores, de construcción de sentidos, de resignificación de experiencias. A partir de las teorías de Carl Rogers (2009, apud Guedes & Lopes, 2021), la creatividad se mostró como afirmación de la tendencia actualizante, comprendida como fuerza inherente de cualquier organismo vivo hacia el crecimiento y la salud. De este modo, al abrirse a la experimentación, al elegir libremente tratar con contenidos internos previamente negados rígidamente a la conciencia, la persona se volvería creativa.
Además de los recursos arteterapéuticos, otro aspecto importante en el artículo fue la postura cálida, flexible y comprensiva y la escucha sensible e interesada por parte de la terapeuta que viabilizó sentimientos de libertad y autonomía por parte de la adolescente, inmersa en diversos contextos institucionales violentos y estigmatizantes. En este punto, las actitudes facilitadoras del ECP se presentaron como base de la relación para ayudar a la adolescente en su proceso: “la empatía como el arte de no saber; la consideración positiva incondicional como la capacidad de respuesta reflexiva; la autenticidad como apertura y transparencia” (Guedes & Lopes, 2021, p. 10). Así, como el enfoque de la relación estaba en la adolescente y no en los problemas/etiquetas que apuntaban hacia ella, ella elegía en ese espacio el mejor camino expresivo que representara sus necesidades en ese momento, al mismo tiempo que se volvía capaz de hacer elecciones más satisfactorias y saludables para sí misma en otros contextos de su vida (Rogers, 2009, apud Guedes & Lopes, 2021). Finalmente, frente a los relatos de agradecimiento de Angel acerca de su experiencia en la Defensoría, las autoras apuntan:
Por encima de teorías, conceptos, técnicas o intervenciones psicológicas, esta afirmación enfatiza la importancia de nosotras/os, como seres humanos, establecer relaciones afectivas, comprensivas y con intercambios significativos como condiciones existenciales necesarias. Las relaciones humanas nos brindan posibilidades de apertura a nuevas formas de comprensión del mundo y de uno mismo, permitiéndonos una nueva mirada en cada experiencia relacional. Como expuso Angel en su búsqueda por resignificar relaciones ya previamente constituidas: “Ir a la defensoría para mí ya no era más una carga, era lo que hacía que mi semana valiera” (Guedes & Lopes, 2021, p.19).
En medio de las articulaciones entre el ECP y el arte, se destaca aquí la Terapia Expresiva Centrada en la Persona, desarrollada en 1974 por Natalie Rogers, con la colaboración de otros cinco psicólogos y su padre, Carl Rogers. Se trata de un tipo de terapia que asocia la expresión creativa a través de diversas formas artísticas con el proceso psicoterapéutico, a partir de los principios del Enfoque Centrado en la Persona. Un punto importante consiste en el énfasis dado a la exploración de la creatividad mediante la integración entre cuerpo, mente, emoción y espíritu, siendo destacado por Natalie como un punto distinto de las teorías de Carl Rogers, cuyas prácticas tendían a incentivar comportamientos más verbales y racionales, aunque inmersos en una atmósfera terapéutica cálida y respetuosa (Lopes, 2020). En el libro "Conexión Creativa" (1993), Natalie describe y reflexiona sobre algunas experiencias en la Terapia Expresiva Centrada en la Persona, señalando la dificultad de definir mediante la linealidad de las palabras un proceso intenso que necesita ser vivido para ser comprendido. Aun así, explica:
Puedo contarles un poco sobre lo que esto es. No es jugar, no es teatro, no es realmente una improvisación, danza o mímica. No es arteterapia, no es un diario escrito, no es trabajo de cuerpo, no es estimulación sensorial, y aún (esta es una parte importante) es todo eso junto. 'Jared[10] y yo estamos entrenados en todas estas áreas y ya hemos experimentado todo esto, tanto como participantes, como profesores. Pero lo que me entusiasma es precisamente integrar todas estas áreas y comprobar que esta suma es más que cualquiera de estos métodos por separado'” (Rogers, 1993, p.4).
En medio de la articulación de diversas posibilidades expresivas, Natalie entendía que una manifestación artística nutría y estimulaba otra forma de expresión, de modo que nuevos sentidos iban surgiendo, entrelazando y profundizando. Esta integración y profundización entre diferentes formas de expresión hacia la sanación interna fue denominada proceso de Conexión Creativa[11]. En el proceso grupal, Natalie utilizaba sugerencias y experiencias estructuradas flexibles para dirigir el proceso y reglas para asegurar la libertad y seguridad emocional y física de todas/os, creyendo en otras formas de centrarse en la persona, más allá de la forma descrita por su padre. El arte era entendido como un lenguaje potente entre el cliente y el terapeuta. Sin embargo, Natalie estaba en contra del modelo médico de análisis o interpretación, al igual que su padre, y veía el arte como un medio para comprender mejor el mundo de cada persona, al compartir su expresión con el grupo (Rogers, 1993; Rogers, 2003; Lopes, 2020).
Para Natalie, lo que es creativo generalmente está vinculado a una potencia terapéutica. Sin embargo, aunque la creatividad sea destacada en muchos momentos como camino hacia niveles más elevados de conciencia, la creatividad no se ve necesariamente como positiva, ya que puede ser utilizada, por ejemplo, para crear nuevas formas de matar o torturar. De este modo, es necesario un entorno orientado, donde la ira y el dolor puedan ser expresados de manera segura, permitiendo que el individuo se abra al “espíritu universal”, caracterizado como amable y bueno (Rogers, 1993, p. 63). Según Natalie (1993), una terapeuta expresiva debería ayudar a las personas a desarrollar el hemisferio derecho del cerebro, que estaría relacionado con la intuición, emoción, imaginación, fantasía. Frente a estas concepciones, el objetivo es facilitar en el proceso terapéutico grupal un clima seguro y acogedor, de manera que las personas se sientan cómodas para experimentar a sí mismas y a los demás participantes de manera significativa, explorando habilidades intuitivas, creativas y expresivas y desarrollando conciencia de grupo, a partir de una integración mente, cuerpo, emoción y espíritu. Al ser cuestionada en una entrevista, en 2003, sobre las divergencias y aproximaciones de perspectivas entre ella y Carl Rogers, Natalie responde:
Mi imagen es la de un gran árbol. Las creencias de Carl, su investigación profunda, sus habilidades más intensas, son las raíces de mi árbol. El tronco del árbol es como una mujer que contempla la vida desde una perspectiva mente/cuerpo distinta. Las ramas son las artes de expresión centradas en la persona: una integración de la emoción y el espíritu mente/cuerpo” (Rogers, 2003).
En este fragmento, vemos la filosofía centrada en la persona sustentando las actitudes cálidas y comprensivas de la/o terapeuta como base para el crecimiento humano; el cuerpo emerge más implicado con el contexto social; y las artes como expresión integrada. A pesar de que la Terapia Expresiva Centrada en la Persona tiene su fundamento en el Enfoque Centrado en la Persona, se destaca una perspectiva mente/cuerpo distinta e implicada con las vivencias de una mujer en un contexto político y social atravesado por discusiones feministas. Ante esto, Natalie destaca que las teorías de crecimiento personal en la psicología se desarrollaron en desacuerdo con las creencias, necesidades y valores de su tiempo.
Las mujeres han sentido la humillación y la degradación de ser ciudadanas de segunda clase. Como se sabe, durante muchos años en Estados Unidos no podíamos votar, no podíamos tener propiedades y éramos criadas para servir a nuestros compañeros masculinos. Las mujeres de todo el mundo han sentido esta larga historia de represión y abuso. A pesar de haber nacido en una familia amorosa de profesionales blancos de clase media, se esperaba de mí que actuara en el rol de una mujer tradicional, muy diferente de las expectativas que se tenían para mi hermano. Sin embargo, ciertamente veo el mundo de una manera diferente. Una misión en mi vida es devolver el poder a la mujer a través del proceso creativo. No obstante, veo las decisiones que se toman en el mundo, principalmente por el hombre blanco, y me siento perturbada y enojada con las políticas agresivas que predominan. Las artes son atropelladas y marginadas, lo cual es trágico porque el arte es una forma vital de comunicación. Proviene de nuestra esencia interior. Habla a través de las culturas. Es personal y universal (Rogers, 2003).
Finalmente, aunque muchas lagunas y impasses aparezcan en las discusiones de este tema, afirmando, tensionando o negando la herencia dualista y cientificista, queda evidente cuánto el hacer artístico nos invita a una mirada atenta hacia el cuerpo, sus relaciones y cultura. De igual manera, una percepción implicada y contextualizada del cuerpo exige una mirada más atenta hacia la sociedad. Resalto que la experimentación artística parece inaugurar un universo perceptivo a través del cual se desfiguran y reconfiguran relaciones en un constante devenir, viabilizando una recreación (po)ética de sí en el mundo. Frente a las discusiones presentadas, el ejercicio de la creatividad se destacó como un punto recurrente de investigación vinculado a un potencial terapéutico, destacándose también la calidad del ambiente y de las relaciones que atravesaban ese hacer artístico como potenciadores o no de esa expresión. Por último, en medio del reconocimiento de la invisibilización y el borrado de algunas partes del todo, busco, en el siguiente tema, resaltar el cuerpo, enfatizar la forma y recordar la cultura expresada en ella.
ARTICULACIONES: CUERPO-ARTE-ECP
Instigada por mis experiencias como psicóloga clínica, presento algunas reflexiones sobre la articulación entre los temas Cuerpo-Arte-ECP. Desde la forma de escuchar hasta las palabras que surgen durante las consultas, es innegable la presencia de mi cuerpo, que busca despojarse en vulnerabilidad y curiosidad, al entrar en contacto con el universo perceptual de otras personas. Aquí, la heterogeneidad entre estos mundos y la apertura hacia lo desconocido debe ser considerada. Salgo de los encuentros, a veces emocionada, esperanzada, encantada, otras veces frustrada, indignada, exhausta, pero siempre intensamente transformada. Aun así, enfatizo que la angustia de ver otros cuerpos luchando y gritando en un silenciamiento social ensordecedor no deja de acompañarme en las consultas. De esta manera, insisto en el poder de una mirada más atenta y prolongada hacia los cuerpos, formas y contextos.
Para remendar cuerpo y arte, revisito las herencias platónicas del pensamiento moderno que fundamentaron la ciencia del psique, insistiendo en la búsqueda de una verdad perfecta, universal y eterna. En el pensamiento dualista de Platón, existía el Mundo de las Ideas, que albergaba la realidad abstracta y racional que permitía acceder a la esencia de las cosas; y el mundo sensible, refiriéndose a una realidad experiencial inferior y engañosa. De ahí, además de la división alma/cuerpo (posteriormente mente/cuerpo, reformulada con Descartes), la teoría de la mimesis de Platón ponía al artista como un simple e inútil imitador del verdadero Demiurgo[12], manipulando las experiencias a través de las sensaciones y ofreciendo perspectivas ilusorias sobre la realidad. En la misma lógica en que el cuerpo era visto como un envoltorio desechable para el alma, el arte era solo una imitación engañosa que apartaba al ser humano de la verdad esencial de las cosas (Medeiros, 2021, Borges, 2009).
Con respecto a estas primeras elaboraciones sobre cuerpo y arte, me gustaría subrayar algunas familiaridades con las formulaciones de Carl Rogers (1961-2016) en cuanto a la dicotomía básica mente/cuerpo y las ideas racionalistas en busca de una aprehensión verdadera, esencial, objetiva, socializada y no deformante de la realidad, tan características de los proyectos científicos de la modernidad. Frente a estas discusiones, las teorías de Carl Rogers muestran rastros tanto del paradigma científico moderno de Descartes como de su intensa inmersión y contacto con la teología cristiana monoteísta en su formación. Por otro lado, algunas rupturas con esta lógica son imprescindibles aquí. Aunque sea posible percibir el sostén del dualismo mente/cuerpo[13], es evidente el énfasis dado a la experiencia sensible como forma de comprensión de la realidad y no como un obstáculo, como en el caso de Descartes, del cristianismo y de Platón (Rogers, 2016; Medeiros, 2021; Borges, 2009; Santos, 2003).
A partir de la valoración de una experiencia sensible dirigida a un todo individual, homogeneizante y constructivo, Carl Rogers comprende a los artistas y poetas como personas que expresan su singularidad y esencia a través del acto creativo, expresan un sentimiento que, cuando es compartido, se conectaría con lo más profundo del otro. Así, señala que lo más único correspondería a lo más general (Rogers, 2016).
Retomo la noción platónica de inutilidad del arte, del artista y de su obra, que se sigue sosteniendo hasta hoy en el pensamiento occidental. Sin embargo, en innumerables matices y reconfiguraciones a lo largo de la historia, este pensamiento ha sido tensionado por diferentes áreas del saber buscando vincular el arte a utilidades históricas, sociales, pedagógicas, religiosas, terapéuticas, entre otras; hasta que el arte como campo comienza a reivindicar el derecho a mirarse a sí mismo, no en busca de una garantía de utilidad, sino en busca del reconocimiento de múltiples potencias de afirmación de la vida en su propia existencia y no más allá de ella (Medeiros, 2021).
Ante esto, es relevante destacar que no busco aquí asociar la experiencia artística a una investigación sobre cómo el ECP puede explorar el valor terapéutico del arte como recurso para que el individuo llegue a un funcionamiento pleno y socializado. Pretendo problematizar tal discurso, ya que es precisamente a través de la distinción entre lo que se considera útil e inútil o entre lo evolucionado y lo primitivo, que el colonialismo perpetúa su discurso monocultural, exterminando, durante siglos, lenguas, saberes y expresiones culturales, en favor del lucro y la dominación (Medeiros, 2021).
Frente a este añadido, añado la hipótesis de relacionar la idea de que el arte expresa el reconocimiento de múltiples potencias de afirmación de la vida con la tendencia a la actualización elaborada por Carl Rogers, en la medida en que se refiere al desarrollo máximo posible de un individuo (o cualquier ser vivo) frente a las posibilidades y límites que el medio externo ofrece (Rogers & Kinget, 1977). Sin embargo, esta concepción desarrollista, aunque considere la interferencia del medio externo, lo separa del “organismo psicofísico” con su potencia interna y esencial (Rogers, 2016). Así, los dualismos platónicos-cristianos-cartesianos vuelven a ser estructurantes en las formulaciones. Ante esto, presento la palabra de Nego Bispo (2015), activista político en el movimiento social quilombola[14], quien relaciona la cosmovisión de un pueblo con la construcción de sus modos de vivir y sentir la vida:
El pueblo eurocristiano monoteísta, al tener un Dios omnipotente, omnisciente y omnipresente, por lo tanto único, inalcanzable, desterritorializado, por encima de todo y de todos, tiende a organizarse de manera excluyente, vertical y/o lineal. Esto se debe a que al intentar ver a su Dios, miran solo en una única dirección. Debido a que este Dios es masculino, también tienden a desarrollar sociedades más homogéneas y patriarcales. Como creen en un Dios que no puede ser visto materialmente, se apegan mucho a monismos objetivos y abstractos. En cuanto a los pueblos paganos politeístas que adoran a varias diosas y dioses pluripotentes, pluricientes y pluripresentes, materializados a través de los elementos de la naturaleza que forman el universo, es decir, por tener diosas y dioses territorializados, tienden a organizarse de forma circular y/o horizontal, porque pueden mirar hacia sus diosas y dioses en todas las direcciones. Al tener diosas y dioses, tienden a construir comunidades heterogéneas, donde el matriarcado y/o patriarcado se desarrollan de acuerdo con los contextos históricos. Al ver a sus diosas y dioses a través de los elementos de la naturaleza, como, por ejemplo, el agua, la tierra, el fuego y el aire, y otros elementos que forman el universo, se apegan al pluralismo subjetivo y concreto (Santos, 2015, p. 38 y 39).
Esta otra perspectiva, no lineal y no homogeneizante, se muestra importante al considerar la organización de los diversos cuerpos basados en un sistema colonial, neoliberal y, por consiguiente, desarrollista, desterritorializado y jerárquico. La insistencia en un organismo psicofísico individual y esencial en las teorías del ECP señala la necesidad de contextualización de los saberes teórico-prácticos en diálogo con las problematizaciones de la contemporaneidad (Rogers, 2016; Maia, 2022). Me canso de ver en mis experiencias clínicas lo singular clamando por lo colectivo, y estos dos ya no caben en teorías que los contemplen a través de lentes homogeneizantes. De igual modo, una mirada hacia la diversidad de los cuerpos exige una atención hacia las culturas, no como estructuras externas, sino como mutuamente potenciadoras y limitantes, atravesándose y cocreando modos de ser y de vivir (Maia, 2022). Retomo la idea de que el arte expresa una multiplicidad de sentidos en devenir, que más allá de ser categorizados como positivos o negativos/socializados o irracionales, inauguran perspectivas en la relación con uno mismo, con el otro y con el mundo, exponiendo el cuerpo, la materia y la cultura, en sus movimientos singulares y colectivos (Reis, 2014; Bilbao & Cury, 2006; Borges, 2019). Aun así, el cuerpo expone en la piel las meticulosas violencias y degradaciones de este sistema, en sus excesos y silenciamientos. De esta forma, percibo que las implicaciones poéticas y políticas del Arte, aliadas a una corporeidad contextualizada y plural, ofrecen caminos fértiles para repensar el ECP en la actualidad.
Frente a estas discusiones, Natalie Rogers desarrolló la Terapia Expresiva Centrada en la Persona, partiendo de la comprensión de que era posible centrarse en la persona a partir de otras formas, más allá de las descritas por su padre. Incluso, resalta el deseo de Carl de que las personas usaran sus aprendizajes del ECP para seguir adelante (Rogers, 2003). Recupero esta idea refiriéndome, no a un intento de acercarme más a la verdad, sino a mi esperanza por una ampliación de perspectivas más congruentes con los desafíos contemporáneos en Brasil. Debo aquí reforzar el carácter crítico e innovador de las teorías de Carl Rogers en relación con su época en el sentido de: comprender las relaciones terapéuticas como procesos vitales y no evaluativos o normativos; fomentar actitudes cálidas y respetuosas por parte del/la terapeuta, en lugar de actuar como una tabla rasa; tensionar las fronteras entre el proceso psicoterapéutico y la vida cotidiana; proponer ciertas rupturas y reflexiones con respecto a las imposiciones y autoritarismos (Rogers, 2016; Rogers & Kinget, 1977).
Las contribuciones de Natalie Rogers también se muestran relevantes aquí, en la medida en que comienzan a reclamar una nueva perspectiva sobre la corporeidad, diferente de la de su padre. Natalie propone una mirada integrada entre cuerpo-mente y un mayor cuidado con la cuestión del contexto social, al percibir a la persona como centro del proceso, utilizando aún las actitudes facilitadoras del ECP como base de su actuación. Es destacable el enlace entre las discusiones feministas de su época y su experiencia como mujer terapeuta. En los procesos grupales de Terapia Expresiva Centrada en la Persona, hay una preocupación por la postura implicada del/la terapeuta en la construcción de un ambiente capaz de garantizar la seguridad física y emocional de las personas involucradas, siendo más coherente en su actuación el uso de sugerencias flexibles y reglas para ayudar en la construcción de un espacio de libertad para todas/os. La importancia dada a las dimensiones intuitiva, creativa y emocional aparece aliada a la integración de escritura/poesía, movimiento/danza, sonidos/música, artes visuales (pintura, arcilla o collage), entre otros. Finalmente, recupero la noción de “Conexión Creativa”, desarrollada por Natalie Rogers para referirse a la integración y profundización entre diferentes formas de expresión hacia la curación personal (Rogers 1993; Rogers 2003).
Sumadas a las contribuciones de Carl Rogers destacadas al principio de este ítem, la visión de Natalie (1993; 2003) añade, en este estudio: (i) la búsqueda de romper con el dualismo mente/cuerpo en las teorías de su padre; (ii) el mayor énfasis dado al contexto social de las personas involucradas en el proceso, aliado a las discusiones feministas de su época; y (iii) el reconocimiento del arte como método en su trabajo, abriéndose a variadas potencias de investigación y experimentación del arte[15]. Aunque estos aspectos se muestran extremadamente ricos aquí para pensar las relaciones entre Arte-Cuerpo-ECP, percibo la posibilidad de ampliar las discusiones en el escenario actual, en la medida en que los giros afectivos, lingüísticos y decoloniales en las ciencias humanas y sociales, sumados a estudios inter y transdisciplinarios, ofrecen otras perspectivas extremadamente fértiles para la reconstrucción de cuerpos y sociedades más implicados con un cuidado ético y político en las construcciones de saber y hacer.
CONCLUSIONES
Carl Rogers, en su obra, enfatiza la apertura al diálogo y a nuevas construcciones y teorías en el ECP, nutriendo un movimiento, en parte, contra-cultural en lo que respecta al cuestionamiento de relaciones jerárquicas, impositivas, autoritarias y disciplinarias. Su posicionamiento en su contexto fue innovador e importante en el campo de la Psicología. Afirmo lo mismo en lo que respecta a las actualizaciones en la teoría y práctica de Natalie Rogers, quien, solo una generación después, ofreció otras perspectivas, discusiones y reflexiones enriquecedoras. La influencia y las contribuciones de estas dos figuras ciertamente no deben ser abandonadas ni invisibilizadas en el escenario de los saberes psíquicos. Sin embargo, frente a los desafíos que la práctica de la Psicología exige en otro territorio y tiempo, en el que muchos otros saberes luchan por coexistir, diversas otras actualizaciones se muestran importantes. Cuando hablamos de conocimiento científico y no dogmático, la ampliación de perspectivas y la contextualización de los saberes deben ser consideradas. Así, refuerzo la necesidad de cuestionar las relaciones de poder en 2024 en Brasil, con miradas éticas y políticas más implicadas con nuestro vivir. Así, insisto en que la Psicología, aún restringida a proyectos individuales de liberación, tiene mucho que ganar al involucrarse en proyectos colectivos de transformación, aliados a los giros afectivos, lingüísticos y decoloniales.
Cuando vemos a tantas personas caminando sobre una línea tenue entre la vida y la muerte por el simple hecho de ser ellas mismas, se hace difícil de aceptar ideales de igualdad, libertad y poder personal desvinculados de una dimensión colectiva. Después de todo, ¿cuántos cuerpos pagan cada día con sus vidas por existir en una sociedad misógina, racista, meritocrática, heteronormativa, etc.? Sumado a aspectos interseccionales, cuando el derecho a la vida migra hacia el ámbito comercial, la producción atroz de nuevos modos de exclusión convierte en un lujo el acceso a redes de afecto y sentido, las posibilidades de elección, el uso del espacio público, la vivienda, la alimentación, etc. (Rios et al., 2019; Lima, 2017). Encuentro a diario cuerpos al margen, luchando por contorsionarse y encajar en la máquina de explotación y consumo, y tal como enfatiza Elizabeth Lima (2017, p. 84), es en el “agenciamiento de resistencia y fuga” donde se hace posible reinventar salidas, figurar liberaciones. El arte aparece allí, en las brechas del desencanto, vislumbrando modos de (re)existencia y exponiendo cuerpos, cuyas voces parecen no importar.
Parto de la rabia, la tristeza, la indignación, la frustración, la impotencia, y tales sentimientos, lejos de ser considerados negativos, inferiores o menos socializados, movilizan mi escritura hacia la esperanza de transformación, al proyecto de invención de un nuevo suelo, a la construcción colectiva de nuevos modos de existir en la sociedad. Apunto al arte aquí, no como cura, logro de una esencia universal y buena, calma, suspensión de sentimientos negativos o alternativa socializada de expresión. ¡No! El arte en la contemporaneidad reivindica otro enfoque, pues en acto, movimiento, materia y compartir, revela cuerpos en sus procesos vitales, sensibles, creativos, singulares, relacionales, plurales, heterogéneos, históricos, contextuales y culturales. Comprometida con la procesualidad de un hacer-saber poético, el arte emerge en su posicionamiento político, afirmando la diversidad y exponiendo los no-dichos que alimentan el sistema colonial y neoliberal. Finalmente, enfatizo que el Arte nos invita a una nueva percepción de la cultura; y los cuerpos, en la línea tenue entre vida y muerte, claman por una nueva mirada hacia la sociedad.
Dicho esto, surgen muchas más preguntas que certezas sobre las relaciones entre cuerpo, arte y ECP: ¿De qué manera la consideración de aspectos socioculturales entrelazados con procesos de subjetivación impactaría en la comprensión de la tendencia a la actualización? Al hablar de libertad para ser uno mismo, vislumbro: ¿cómo articular potencia al acto, libertad a la responsabilidad colectiva en una lógica plural y no colonial? ¿De qué afectos y sentimientos estamos hablando si estos permanecen desvinculados del cuerpo en sus dimensiones socioculturales? ¿Cómo sería actualizar las actitudes facilitadoras desde una nueva perspectiva sobre la corporeidad? ¿Cuáles son los límites de la comprensión empática y la consideración positiva incondicional, en escenarios extremadamente desiguales? ¿Cuál es la potencia de entender una conexión que parte de la aceptación de lo heterogéneo y no de lo común? ¿Qué definición de congruencia es esta que implica un camino unívoco entre auto-concepto (representación) y experiencias organísmicas, desconsiderando el lenguaje en su carácter arbitrario, múltiple y contextual? ¿Cómo el arte, en su multiplicidad de factores culturales, no lineales y unívocos, podría encajar en esta definición de congruencia? En fin, cuán potente sería si el Arte, como campo encarnado, se sumergiera junto al ECP en la búsqueda de nuevas dinámicas de vitalidad.
REFERENCIAS
Bilbao, G; Cury, V. (2006). O artista e sua arte: um estudofenomenológico. Revista Paidéia, 16(33). https://doi.org/10.1590/S0103- 863X2006000100012.
Berselli, M.; Soldera, N. Anna Halprin.(2022). uma trajetória de desestabilizações rumo a práticas criativas que celebram a diferença. Revista Aspas, [S. l.], 12(1), 54-72, 2022. https://doi.org/10.11606/issn.2238-3999.v12i1p54-72.
Borges, D. (2009). A Influência platônica sobre a modernidade: semelhanças entre o pensamento de Platão e o sistema de René Descartes.Polymatheia - Revista de filosofia (Online), 5, 173-189.
Borges, H. (2019). Sopros da pele, murmúrios do mundo. 1a ed. 7Letras.
Goia, J (2007). Memórias de um corpo esquecido. Revista do Departamento de Psicologia Universidade Federal Fluminense, 19, 101-110. https://doi.org/10.1590/S0104-80232007000100008.
Guedes, R. (2021). A expressão criativa e a ACP em busca de uma construção de si. In Lopes. J; Müller, F (orgs). Transversalidades na abordagem centrada na pessoa: diálogos, possibilidades e contribuições. São Paulo: Pimenta Cultural.
Kiffer, Ana (2021). Diante dos afetos: visceralidade, emancipação, dor e relação. Revista do Laboratório de. Dramaturgia | LADI, 18.
Lepecki, A. (2015). A errância como trabalho: sete notas dispersas sobre Dramaturgia da Dança. In Caldas, Paulo; Gadelha, Ernesto (org). Dança e Dramaturgias. Nexus.
Lima, E. (2017). Explorando arte e corpo em um campo expandido: Uma experiência de produção de comum. ILINX - Revista do LUME. 12(3), 81-90.
Lopes, R. (2020). A terapia expressiva centrada na pessoa : utilização e limites no contexto brasileiro [Trabalho de conclusão de curso de Bacharel em Psicologia] Universidade Federal da Paraíba (UFPB): João Pessoa. https://repositorio.ufpb.br/jspui/handle/123456789/18059
Maia, M. (2022). Experiências do sentir: corpo e congruência [Trabalho de conclusão do curso de especialização lato sensu em Psicologia Humanista –ACP]. UNEPOS: Brasília.
Medeiros, J. (2021). Arte, criação e criatividade: entre a utilidade e a inutilidade na epistemologia ocidental. Communiars. Revista de Imagen, Artes y Educación Crítica y Social, 5, 27-37.
Reis, A. (2014). Arteterapia: a arte como instrumento no trabalho do Psicólogo. Psicologia: Ciência e Profissão, 34, 142-157. https://doi.org/10.1590/S1414- 98932014000100011
Resende, C. et al (2017). Que lugar para a corporeidade no cenário dos saberes e práticas psis? Fractal: Revista de Psicologia, 29(2), 89-95. https://doi.org/10.22409/1984-0292/v29i2/2330.
Rios, F; Olívia, P; Arlene, R. (2019). Interseccionalidade nas mobilizações do Brasil contemporâneo. Lutas Sociais, 22(40), 36-51.
Rogers, C. (1961). Tornar-se pessoa. Tradução de Manuel José do Carmo Ferreira eAlvamar Lamparelli; revisão técnica Claudia Berliner. – 6.a ed. –Editora WMF Martins Fontes, 2016.
Rogers, C. & Kinget, M. (1977). Psicoterapia e Relações Humanas. Belo Horizonte: Interlivros. Disponível em: <https://gmeaps.files.wordpress.com/2018/05/rogers-carl-psicoterapia-e-relacoes humanas-vol-1-teoria-e-pratica-da-terapia-nao-diretiva-interlivros- 1977.pdf> Acesso em: jan. 2024.
Rogers, N. (1980). Emerging woman: A decade of midlife transition. Personal Press.
Rogers, N. (1993). A Conexão Criativa. [s. l.: s. n.].
Rogers, N. (2003). As artes expressivas centradas na pessoa: um caminho alternativo no aconselhamento e na educação. Entrevista concedida à Laura Guadiana. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 5(2).
Santos, A; Costa, F (2017). Filosofia da Corporeidade: transversalizações de um corpo intenso de devir. Educação & Realidade, 43, 223-237. https://doi.org/10.1590/2175-623663733.
Santos, A. (2015). Colonização, Quilombos, Modos e Significações. INCTI/UnB.
Santos, B. (2003). Platonismo e Cristianismo: irreconciabilidade radical ou elementos comuns? Veritas: revista trimestral de filosofia da PUCRS., 48, (3), 323-336.
Tambara, N; Freire, E. (1999). Terapia Centrada no Cliente: um caminho sem volta. Delphos.
Tatit, I. (2023). O ideal de singularização na direção do tratamento. Revista Lacuna. Disponível em: <https://revistalacuna.com/2023/12/19/n-15-01/> Acesso em: jan. 2024.
[1] Psicoterapeuta da abordagem centrada na pessoa, Pós-graduada pela UNEPOS. laraporfirio.psi@gmail.com
[2] Estudante de mestrado na Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), Psicoterapeuta da abordagem centrada na pessoa. raissafguedes@gmail.com
[3] En medio de las discusiones del giro lingüístico, el lenguaje pasa a ser visto en carácter contextual, múltiple y arbitrario, de modo que los ideales positivistas de neutralidad y objetividad en las ciencias humanas y sociales comienzan a ser cuestionados. En esta lógica, la idea de un camino unívoco entre auto-concepto (representación) y experiencia organísmica como definición de congruencia no se sostendría de la forma en que es propuesta por Carl Rogers, como esencia. Cuando consideramos las variadas formas de expresión artística, más allá de la comunicación verbal, esta discusión se complejiza aún más.
[4] En toda la obra de Carl Rogers, varios conceptos son expuestos como si llevaran en sí un significado listo y unívoco, lo que dificulta la delimitación conceptual y la ubicación de los términos en medio de la red de articulación teórica del Enfoque Centrado en la Persona.
[5] Es interesante, en este estudio, destacar el uso del término “hombre” por parte de Rogers (2016, p. 112) para referirse a cualquier ser humano, así como en el siguiente pasaje: “(...) no es la bestia del hombre. Solo existe hombre en el hombre, y fue este quien conseguimos liberar.” En medio de los estudios de género, fuertemente ligados al giro afectivo, Ana Kiffer (2021) señala la frecuente fusión de dos seres y la consecuente disolución del ser considerado más débil, pasivo, sumiso en el ser más fuerte. Este punto que aparentemente podría resolverse con un simple cambio de palabras en toda la obra de Carl Rogers se presenta como un aspecto bastante significativo en la base de sus teorías al considerar: ¿de qué persona está hablando Rogers, quien tan libremente se refiere a la libertad de ser uno mismo en una cultura misógina, racista, heteronormativa? Natalie Rogers, su hija, como mujer, hizo hincapié en posicionarse en su escritura acerca de las cuestiones de género (Emerging Woman: A Decade of Midlife Transitions - 1980, uno de los libros poco difundidos en Brasil en comparación con los de su padre).
[6] Según Flávia Rios, Olívia Perez y Arlene Ricoldi (2019), profesoras y doctoras en sociología y ciencias políticas, el término "Interseccional", traducido de la socióloga francesa y feminista negra Kimberlé Crenshaw (2002 apud Rios et al., 2019), surgió como un cuestionamiento de un feminismo eurocéntrico de clase media que negligenciaba la experiencia de las mujeres negras, convirtiéndose en un concepto cada vez más expresivo en las producciones académicas y discusiones políticas contemporáneas.
[7] Y, añado, estadounidenses, en vista de su expansión y dominación cultural, desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
[8] Al final, en este momento, escribo en lengua portuguesa (y no produciendo conocimiento a partir de otro idioma de uno de los diversos pueblos aniquilados en Brasil), escribo acerca de la teoría de Carl Rogers, un hombre blanco estadounidense del siglo pasado que moviliza más la producción de conocimiento en Psicología en Brasil que cualquier teoría de otra/o psicóloga/o brasileña/o. La psicología, insistente en proyectos individuales de liberación, carece de proyectos colectivos de transformación.
[9] Considerando que desde o período pré-histórico, a “arte rupestre era usada para gravar fatos marcantes da existência nas paredes das cavernas” (Lopes, 2020, p. 8).
[10] Jared Kass fue uno de los psicólogos colaboradores en el desarrollo de la Terapia Expresiva Centrada en la Persona.
[11] Dialogando con el concepto de “Conexión Creativa” y con el contexto de creación de la Terapia Expresiva Centrada en la Persona, vemos en el campo de las artes contemporáneas una ampliación de prácticas y formas de expresión desde finales de la década de 70 que, en su constante articular, desfigurar, configurar, empieza a borrar las fronteras entre diferentes campos artísticos y sus modos de hacer-saber. Así, Rosalind Krauss (1984, apud Lima, 2017), crítica e historiadora de arte estadounidense, crea el término “campo expandido” para dar contorno a proposiciones que desbordan los límites entre lenguajes y prácticas artísticas más allá de los sentidos y formas habituales, creando una red de significados que exceden las categorías como campo cultural predefinido (Lima, 2017).
[12] Verdadeiro e perfeito criador em um mundo ideal onde somente há beleza e ordem (Medeiros, 2021).
[13] Según David Borges (2009), es común ocultar las fundamentaciones de Descartes en autores renacentistas (Copérnico, Galileo y Kepler), en la tradición neoplatónica de San Agustín y su base cristiana. Aunque la formulación de los dualismos mente/cuerpo de Descartes y Platón contenga diferencias, ambos parten de la afirmación de que nosotros seríamos mente o alma incorpórea que se une al cuerpo físico, el cual consistiría en una prisión o autómata, configurándose como un obstáculo para el entendimiento racional de la realidad. En este punto, el platonismo, a pesar de sus diferencias con el cristianismo, terminó convirtiéndose, con ciertas adaptaciones, en una herramienta para difundirlo. Así, Bento Santos (2003) afirma la legitimidad del término “platonismo cristiano”, al indicar el desarrollo de la teología cristiana vinculado a las formulaciones platónicas y neoplatónicas, que impregnaron el pensamiento moderno.
[14] Antônio Bispo dos Santos (1959-2023) fue poeta, filósofo, escritor y activista político, además de ser residente de la comunidad Quilombo Saco-Curtume, en Piauí. Creó el término "contra-colonialismo" para referirse a los procesos de enfrentamiento de comunidades, razas y etnias en su movimiento de resistencia. Propuso diferenciaciones y críticas respecto a los estudios decoloniales.
[15] Natalie Rogers (1993) señala la intensa influencia de Anna Halprin, performer y artista estadounidense, en su trabajo. Es interesante destacar aquí que Anna Halprin fue una figura importante en el escenario de la danza postmoderna, fomentando la pluralidad y la diferencia de los cuerpos en un espacio colectivo de intercambio, investigando una potencia terapéutica de los procesos creativos y desafiando la noción de reglas universales al incentivar el descubrimiento y lo inesperado (Berselli & Soldera, 2022).